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martes, 26 de marzo de 2024

El león del Cabo: crónica de un exterminio anunciado

 La taxonomía del león (Panthera leo) sigue hoy en día abierta a debate. Tradicionalmente se clasificaba al león asiático en una subespecie distinta de los leones africanos. A su vez, estos últimos eran separados en un puñado de variedades geográficas que ocupaban diferentes áreas del continente, a cada una de las cuales se le otorgó la categoría de subespecie. Con el paso de los años, comenzaron a surgir discrepancias entre los científicos, ya que esta clasificación no estaba basada en datos genéticos, sino en el estudio morfológico y anatómico de materiales cuya procedencia en algunos casos no había sido convenientemente acreditada. De esta manera, tras considerar que las diferencias observadas eran básicamente fruto de variaciones individuales y en todo caso, no eran achacables a importantes divergencias evolutivas, surgieron autores que creyeron más acertado agrupar a todas las variedades africanas en una misma subespecie, diferenciándolas de los leones asiáticos. Más recientemente, se han llevado a cabo estudios a nivel molecular que confirman una clara divergencia entre los leones del este y sur de África y las demás variedades geográficas. Los resultados están respaldados por varios grupos de investigación independientes, que han llegado a la conclusión, tras análisis craniométricos y genéticos, de que lo más razonable es distinguir dos subespecies:

1) Panthera leo leo. Se distribuye actualmente por África central y occidental e India. En el pasado también estuvo presente en el norte de África, sureste de Europa, oriente medio, la península de Arabia y el suroeste de Asia.

2) Panthera leo melanochaita. Poblaciones que se asientan actualmente en el sur y este de África.

El león del Cabo fue una población de leones que habitó las provincias sudafricanas de Natal y El Cabo, principalmente al sur del río Orange, pudiendo haber ocupado también algunas partes de Namibia. A pesar de conocerse desde mucho antes, el animal fue descrito en 1842 por H. Smith a partir de un ejemplar capturado en el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica). En un principio fue considerado por los zoólogos de la época como una subespecie única basándose en ciertas características físicas distintivas. Sin embargo, hoy en día se sabe que esta población de felinos estaba conectada y en intercambio genético frecuente con las demás poblaciones de leones del sur y este del continente. 

Los leones del Cabo habitaron diferentes biomas y zonas climáticas en su área de distribución, incluyendo la sabana, grandes praderas, zonas de matorrales, franjas boscosas e incluso semidesiertos, lugares en los que estos animales eran capaces de abastecerse de grandes presas. El espacio geográfico que ocuparon estos leones era básicamente la meseta interior de Sudáfrica, limitada por la Gran Escarpa, una serie de elevaciones de pendientes pronunciadas que forman el borde de separación entre las tierras altas y la zona costera.

El león del Cabo en un grabado de 1883 (fuente).

La población de leones del Cabo se vio severamente afectada por la llegada de colonos europeos y sus prácticas agrícolas desde mediados del siglo XVII. Los registros muestran que la presencia de estos animales era bastante común en las proximidades de Ciudad del Cabo durante el siglo XVII. Los boers o afrikaners, de origen neerlandés, fueron los primeros pobladores europeos que se establecieron en la zona. Con su llegada a las provincias de El Cabo en 1652, comenzaron a construir granjas para la cría de ganado. Su presencia condujo a una reducción significativa de las presas naturales de los leones, lo que los obligó a depredar sobre el ganado doméstico, como vacas y ovejas. Al perder su ganado en ataques de los leones, los colonos y tribus locales comenzaron a eliminar a los felinos. Durante el siglo XVIII su presencia aún era bastante común en las proximidades de Ciudad del Cabo, aunque sus números habían comenzado a declinar. 
La situación empeoraría aún más para estos felinos a partir de 1795, fecha en que llegaron a El Cabo los primeros británicos. Se estima que con la llegada de estos últimos, la cifra de leones del Cabo disminuyó desde 10 mil a aproximadamente 100 ejemplares en unas pocas décadas.
A medida que los asentamientos de los europeos iban creciendo, el hábitat natural del león del Cabo menguaba, forzando así a estos animales a buscar presas entre el ganado doméstico.
La caza tuvo un gran impacto sobre la población de los leones. Durante el siglo XIX, la caza mayor era un deporte muy popular entre los colonos. Los europeos diezmaron las poblaciones de presas de estos grandes felinos: antílopes, cebras, jirafas, búfalos... Y por supuesto los propios leones se encontraban entre los trofeos de mayor prestigio para los cazadores.
En conjunto, todos estos factores llevaron a la población de leones del Cabo a un declive del que ya no fue capaz de recuperarse. Aunque no se sabe con total precisión, se piensa que el último león de la provincia de El Cabo fue abatido en 1858. El último ejemplar del que se tiene registro, fue abatido en la provincia de Natal por el general del ejército británico John Jarvis Bisset en 1865. 

Esta es la única imagen que se conserva de un león del Cabo aún en vida. Fue tomada hacia 1860 en el Jardin des plantes de París (fuente).

El león del Cabo era el más grande y pesado de los leones subsaharianos. Un macho adulto podía llegar a pesar alrededor de 230 kg. La longitud desde la cabeza al extremo de la cola alcanzaba casi tres metros y la altura en la cruz podía sobrepasar el metro. Una de sus características más distintivas era su melena: larga, abundante y casi enteramente negra, excepto por un anillo de color pardo alrededor de la cara. El extremo de las orejas era igualmente más oscuro. Debido a este color, también eran conocidos como leones de melena negra. Al igual que en el león del Atlas, su melena se extendía por el abdomen.  
La distintiva coloración de su melena y su mayor tamaño fueron dos de las características apreciables a simple vista por las que en un principio se separó a estos leones en una subespecie propia. Si bien muchos ejemplares parece que tenían melena de color negro, se han conservado registros de leones del Cabo con un color de la melena pardo, más parecido al de la mayoría de leones de otros lugares. De igual modo, existen leones actuales pertenecientes a diferentes grupos geográficos con melena negra. Aunque se trataba de un rasgo más común entre los leones del Cabo, no era exclusivo de ellos.
La melena oscura parece haber estado relacionada con una mejor adaptación de estos leones a las condiciones ecológicas específicas de la región del Cabo. Podía servir por ejemplo para un mejor camuflaje con el entorno. Se piensa que también tenía un papel en la comunicación con sus congéneres. Incluso podría haber tenido importancia en la termorregulación de estos animales. 

Este es el aspecto que mostraría un león del Cabo tipo, según la descripción de 1842 (fuente).

Un estudio reciente (marzo de 2024), parece contradecir algunas de las creencias que se tenían acerca del aspecto físico de estos leones. Dicho estudio, publicado en la revista científica Journal of Heredity y liderado por investigadores de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, ha comparado la diversidad genética del león del Cabo con la de leones modernos distribuidos por 13 países africanos diferentes. Un hecho importante, es que esta investigación representa la primera comparación exhaustiva del genoma completo del león del Cabo con el de varias poblaciones de leones actuales. Estudios previos en este sentido, se habían limitado al análisis de segmentos concretos del ADN de los felinos extintos. Aún así, consiguieron arrojar las primeras pistas de que estos leones no eran tan distintos del resto como inicialmente se pensó.
El equipo de investigación extrajo muestras de los cráneos de dos especímenes de león del Cabo albergados en el Field Museum de Chicago (Illinois). Dichos cráneos habían formado parte entre 1828 y 1838 de dos ejemplares completos expuestos en la Universidad de El Cabo. El hecho de poder trazar su procedencia supuso una ventaja para los investigadores, ya que, como ellos mismos admitieron, al saberse con exactitud su origen (al contrario que el de otras muchas muestras alrededor del mundo), se trataba de leones con pedigree a los que poder aplicar las técnicas más recientes de análisis genómico.
Las muestras extraídas de los dos cráneos fueron comparadas con los genomas mitocondrial y nuclear de otros 53 leones africanos. El estudio encontró que el genoma de los leones del Cabo era más diverso de lo esperable y se identificaron semejanzas con otros leones tanto de la zona sur como del este de África. Se sabe de esta manera que muchas de las características que poseían los leones del Cabo, están hoy en día presentes en las poblaciones de leones contemporáneos de estos lugares del continente. 
Una de las cosas que más sorprendió a los investigadores fue que, a pesar de proceder ambos cráneos de leones que habitaron áreas bastante cercanas, mostraban unos linajes tanto mitocondrial como nuclear bastante diferentes, lo que demostraba que los leones del Cabo eran genéticamente diversos.
Otro descubrimiento importante de la investigación fue que estos leones mostraban una alta heterocigosidad y no mostraban señales de endogamia. Según los autores, esto es debido a que estos felinos fueron cazados y exterminados en un periodo tan corto que no tuvieron tiempo suficiente para acumular en sus genomas signos típicos de un tamaño efectivo poblacional demasiado pequeño (lo cual sucede comúnmente en poblaciones en declive).
La variabilidad genotípica observada en el león del Cabo llevaría aparejada una variabilidad fenotípica, es decir, no todos los animales tenían el mismo aspecto físico. Esto incluye como es lógico el color de la melena. No todos tenían necesariamente una melena tan oscura. Esto último encajaría con descripciones alternativas de estos felinos, como por ejemplo las proporcionadas por los pueblos nativos de su área de distribución y mostraría discrepancias con la imagen que se tenía de ellos basada en la descripción del animal a partir de un único ejemplar.

Dibujo de un león del Cabo obra del artista neerlandés Rembrandt alrededor del año 1650 (fuente).

El descubrimiento de las comentadas semejanzas genéticas entre los leones del Cabo y otras poblaciones de leones del sur y este de África, abre la puerta a posibles intentos de "resurrección" de estos felinos. La preservación y potenciación de caracteres distintivos mediante programas de cría en cautividad, asoma en el horizonte como una opción bastante plausible (al igual que se está haciendo con otras especies). Desde hace años se están llevando a cabo algunos intentos en este sentido. Por ejemplo, el protagonizado por el sudafricano John Spence, a quien su búsqueda de posibles descendientes de leones del Cabo trasladados a zoos europeos le llevó en 2001 hasta Novosibirsk (Siberia). Allí se hizo con varios cachorros que envió al zoológico de Ciudad del Cabo para su análisis genético, sin haber arrojado resultados concluyentes. Otro ejemplo es la búsqueda de descendientes de estos leones por parte del aventurero Forrest Galante en el sur de Zimbabue. 

Por otra parte, unos cuantos museos alrededor del mundo, conservan aún especímenes de estos leones, en algunos casos el animal completo disecado y en otros casos partes del animal, como su cráneo. Pueden citarse como ejemplos los Museos de Historia Natural de París y Londres, el Museo Transvaal de Sudáfrica y otros museos similares en Países Bajos, Suecia o la República Checa. Los ejemplares depositados en ellos son de gran utilidad como proveedores de muestras para estudios basados en análisis genéticos.

A pesar de su aparente extinción, el león del Cabo sigue muy presente en la memoria colectiva y en la cultura popular de distintos pueblos. Su reputación de animal mítico y majestuoso, asegura que su legado pase de generación en generación y no caiga en el olvido.

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