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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que contar y contarlo" (Oscar Wilde). "Me he dedicado a investigar la vida y no sé por qué ni para qué existe" (Severo Ochoa).
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miércoles, 19 de julio de 2023

Los zifios, grandes desconocidos de las profundidades oceánicas

 Los zifios, también denominados ballenas de pico o ballenas de nariz de botella, constituyen una familia de cetáceos odontocetos caracterizados por su pronunciado hocico. De hecho, el término zifio proviene etimológicamente del griego xiphos (espada). 

Hasta ahora se han descrito 24 especies de estos animales, aunque se piensa que su diversidad puede ser mucho mayor, ya que son cetáceos de aguas profundas que pasan muy poco tiempo en superficie, dificultando este hecho su estudio. Además, las investigaciones realizadas sugieren que sus poblaciones cuentan con un escaso número de efectivos. De esta manera, la mayor parte de la información que se obtiene de estos animales hoy en día proviene de ejemplares que han quedado varados en playas y otros lugares de la línea de costa.

Tienen un cuerpo hidrodinámico, robusto y ligeramente aplanado. Existe poca diferenciación entre cabeza, tórax y abdomen. Son animales grandes, entre cuatro y trece metros de longitud (siendo generalmente de mayor tamaño el macho). Su peso oscila entre una y quince toneladas.  

Presentan una importante reducción de los dientes: poseen tan sólo uno o dos pares de dientes en la mandíbula inferior, que varían en tamaño y situación dependiendo de la especie. Tan sólo el zifio de Shepherd (Tasmacetus shepherdi) conserva la dentición completa. Los dientes de los zifios sólo son visibles en los machos, en los que constituyen un carácter sexual secundario, siendo usados en las luchas por el acceso a las hembras. En estas últimas, los dientes no llegan a asomar fuera de la boca. La pérdida de piezas dentales se piensa que está relacionada con la alimentación de estos animales. Sus presas preferidas son los calamares y otros cefalópodos y se alimentan succionando, para lo cual son de gran ayuda dos canales que poseen en la garganta y que les facilita la expansión de la misma. Otras presas de las que también se alimentan son peces, crustáceos como camarones y cangrejos y diferentes tipos de bivalvos.

Una característica destacable de los zifios es la ecolocalización: poseen un órgano llamado melón en la frente con el que emiten sonidos que les permiten moverse en un entorno profundo y oscuro. Son altamente sensibles al sónar de los barcos, que puede distorsionar su sentido de la ecolocalización desorientándolos y provocando varamientos masivos.

Los zifios se distribuyen por todos los océanos, desde aguas tropicales hasta los hielos polares. Parece ser que prefieren los hábitats submarinos con pendientes escalonadas y cañones profundos. 

La familia de los zifios se divide en seis géneros repartidos en tres subfamilias. El género que agrupa un mayor número de especies es Mesoplodon. 

Póster de la American Cetacean Society con las 24 especies de zifios descritas hasta la fecha.

Uno de los zifios más comunes y más observados en el mundo es el zifio común o de Cuvier (Ziphius cavirostris). La especie fue descrita por el zoólogo y anatomista Georges Cuvier en 1823, pensando que se trataba de un cetáceo ya extinto. No fue hasta la década de 1870 cuando se comprobó a través de hallazgos en distintas zonas del globo que se trataba de una especie aún existente. 
Habita desde las aguas tropicales a las templado-frías de todo el mundo. Los machos son ligeramente mayores que las hembras, pudiendo alcanzar ambos sexos más de 5.5 metros de longitud. La coloración varía de un ejemplar a otro, observándose individuos gris oscuro, marrón-rojizo, negros, blancos...Los machos viejos tienen zonas blancas extensas desde el hocico al centro superior del cuerpo y poseen abundantes cicatrices sobre su piel, fruto de las luchas con sus congéneres. Dos dientes sobresalen en el extremo de la mandíbula inferior de los machos, no siendo visibles en las hembras.

Los zifios de Cuvier viajan en manadas de hasta 25 individuos, aunque lo más frecuente es que lo hagan en grupos de no más de 10. Los machos más viejos pueden viajar en solitario. Una característica peculiar de esta especie es que posee el récord de inmersión  para un mamífero marino, habiéndose registrado buceos a casi 3.000 metros de profundidad durante más de tres horas, lo cual supera incluso los registros de los cachalotes. Para poder sumergirse a semejantes profundidades, estos animales poseen adaptaciones fisiológicas: una caja torácica flexible que permite que sus pulmones se compriman, una disminución drástica del ritmo cardíaco acumulando la sangre en el cerebro, corazón y músculos o una concentración muy elevada de la proteína mioglobina en sus músculos, lo que les permite almacenar más oxígeno en estos órganos. El zifio de Cuvier ha sido objeto de caza por parte de los balleneros japoneses desde hace décadas.

Pareja de zifios de Cuvier, (fuente).

Sin duda uno de los zifios más espectaculares y el que alcanza mayor tamaño es el berardio de Baird (Berardius bairdii). Se le encuentra únicamente en el Pacífico norte, donde habita aguas profundas y alejadas de la costa. Fue descubierto en 1882 por el zoólogo Leonhard Stejneger, quien encontró un cráneo con cuatro dientes en la isla de Bering. Nombró la especie en honor del que había sido su superior en el Instituto Smithsonian, Spencer Fullerton Baird. Al igual que el zifio de Cuvier, se trata de una especie explotada comercialmente por los balleneros japoneses, que aún hoy en día pueden capturar entre 40 y 60 al año, especialmente en la península de Boso (área metropolitana de Tokio) y frente a la isla de Hokkaido, en el norte del país. Se sabe que históricamente al menos 4.000 zifios de Baird han sido capturados por balleneros, no sólo japoneses, sino también rusos, canadienses y estadounidenses. 

En esta especie, la hembra es algo mayor que el macho, alcanzando casi 13 metros de longitud y alrededor de 12 toneladas. Existen diferentes coloraciones. La forma más común son los animales grisáceos o parduzcos con la parte inferior del cuerpo más pálida y parches o motas de color blanquecino distribuidas aleatoriamente. Existe otra forma más oscura que se encuentra más al norte, en las aguas de Hokkaido y el mar de Ojostk y que recientemente se ha catalogado como una especie separada (B. minimus).
A diferencia de otros zifios, ambos sexos tienen dientes: un par grande en la mandíbula inferior y un par más pequeño justo detrás de los primeros. El macho se distingue de la hembra por su frente bulbosa más ancha y saliente. Se desplazan en grupos de 3 a 30 individuos, a veces incluso más. A pesar de su gran tamaño, estos animales pueden ser depredados por las orcas.

Existe una especie "paralela" al berardio de Baird en las aguas del hemisferio sur. Se trata de el zifio de Arnoux (Berardius arnuxii), también una especie de zifio gigante cuyas hembras pueden alcanzar los 10 metros y las 10 toneladas. 

El berardio de Baird es la especie de zifio de mayor tamaño conocida, (fuente).

Entre los zifios más fácilmente observables podemos incluir también al zifio calderón boreal (Hyperoodon ampullatus). Se trata de una especie de gran tamaño, de hecho es el zifio más grande que se puede encontrar en el océano Atlántico norte, pudiendo alcanzar los machos casi 10 metros de longitud y cerca de 8 toneladas. Es un animal bien conocido por los científicos debido al hecho de que fue muy explotado comercialmente. En la década de 1850 los balleneros descubrieron que estos animales contienen espermaceti, sustancia usada en lámparas de aceite, lubricantes y velas. También se les cazó como carne para las mascotas. Sus cazadores se aprovechaban de la curiosidad y sociabilidad de estos animales, que frecuentemente se ven atraídos por los barcos o permanecen junto a sus compañeros de manada heridos. Hasta la década de 1970 fueron capturados más de 80.000 zifios de este tipo. En Canadá y Noruega fueron cazados hasta que sus poblaciones se extinguieron. A partir de los años 70 del siglo XX cesó su captura, excepto en las Islas Feroe, donde aún se caza algún animal.

El cuerpo de estas ballenas es grande, largo y robusto, con una pequeña y triangular aleta dorsal situada (como suele ser habitual en las especies de zifios) más cerca de la aleta caudal que de la cabeza. Su frente posee la característica forma de bulbo y su hocico tiene forma de botella, lo que le da su nombre en inglés (northern bottlenose whale). Los machos adultos tienen un par de dientes relativamente pequeños y cónicos que asoman ligeramente por el extremo de la mandíbula inferior. La coloración de estos animales varía del gris oscuro al parduzco o incluso verde oliváceo, pudiendo aparecer manchas poco prominentes y las características cicatrices en la piel. La cabeza frecuentemente es de color más claro que el resto del cuerpo. 

Forman grupos sociales de entre 4 y 10 individuos por término medio, aunque se han divisado manadas de más de 50 ejemplares. 

El zifio calderón boreal se distribuye por el Atlántico norte, desde las aguas subárticas hasta las Azores y las islas Canarias por el sur. Su hábitat está asociado generalmente a estructuras geológicas con fuertes pendientes, como son cañones, montes submarinos y el talud continental.

Un zifio calderón de gran tamaño capturado por un barco pesquero, (fuente: @delphindae en Twitter).

De las 24 especies de la familia de los zifios descritas hasta el momento, tan sólo se disponen abundantes datos de un pequeño puñado de ellas. Su carácter tímido y huidizo hace que los encuentros con estos animales sean muy escasos y que algunas especies sean descritas (al menos inicialmente) a partir de restos óseos. Tal fue el caso de Mesoplodon peruvianus, conocido comunmente como el zifio pigmeo, menor o peruano. Se trata de la especie de menor tamaño de su género conocida hasta ahora, con una longitud máxima de 3.72 m. Su historia comienza a principios de 1976, cuando el zoólogo del Instituto Smithsonian James G. Mead obtuvo un trozo de cráneo y vértebra lumbar cerca del mercado de San Andrés (Perú). No sería hasta 1985 cuando el primer ejemplar de la especie (una hembra) fue capturada por pescadores en la costa peruana. Su esqueleto y varios de sus órganos internos fueron preservados. En los siguientes años fueron obtenidos más ejemplares de las aguas peruanas, lo que llevó a que la nueva especie fuese descrita en 1991.

Incluso ya entrados en el siglo XXI la ciencia sigue descubriendo nuevas especies de zifios. Una de ellas fue descrita en 2002 en la revista Marine Mammal Science. Se trata de el zifio de Perrin (Mesoplodon perrini), nombrado en honor al cetólogo William F. Perrin. Inicialmente se pensó que se trataba de especímenes pertenecientes al zifio de Héctor (M. hectori), pero tras llevar a cabo análisis de ADN a una serie de ejemplares varados en California en la década de 1970, un equipo de investigadores decidió que se trataba de una especie separada.

El berardio de Baird ha sido objeto de captura con fines comerciales en los últimos siglos, (fuente).

Pero el zifio de Perrin no ha sido el último en llegar a la familia. En una fecha tan reciente como 2014, un grupo de científicos describió una nueva especie después del estudio de siete animales que murieron varados en remotas islas tropicales de los océanos Índico y Pacífico en distintas fechas a lo largo de los últimos 60 años. En enero de 1963, un ejemplar gris-azulado de unos 4.5 metros de longitud quedó encallado en una playa de Sri Lanka. El por aquel entonces director del Museo Nacional de Ceilán, Paulus Deraniyagala, describió al animal como una nueva especie, a la que nombró Mesoplodon deraniyagala. Sin embargo, dos años después, otros investigadores reclasificaron al animal dentro de la especie M. ginkgodens. 
Los investigadores usaron una combinación de análisis de ADN y de las características físicas de los especímenes varados en las diferentes islas. Encontraron dificultades a la hora de extraer el ADN de los tejidos, por lo que recurrieron a extraer ADN de los huesos y se sirvieron de una técnica utilizada para estudiar los ácidos nucleicos de materiales subfósiles pertenecientes a especies extintas. Finalmente, llegaron a la conclusión de que los ejemplares estudiados poseían suficientes características distintas de M. ginkgodens como para constituir una nueva especie, dando validez por tanto al zifio de Deraniyagala.

En definitiva, los zifios o ballenas de pico son una familia de cetáceos poco conocida tanto por el mundo científico como por el gran público, cuya taxonomía se encuentra aún en construcción, por lo que es esperable la aparición de nuevas especies en los próximos años.


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