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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que contar y contarlo" (Oscar Wilde). "Me he dedicado a investigar la vida y no sé por qué ni para qué existe" (Severo Ochoa).

viernes, 10 de abril de 2020

El dodo, un icono de la extinción antropogénica

El dodo o dronte fue un ave columbiforme no voladora de considerable tamaño que vivió en la isla de Mauricio, situada en el océano Índico, unos 800 kilómetros al este de Madagascar. Nombrado inicialmente Struthio cucullatus (Linnaeus, 1758), pasó unos años después a denominarse Didus ineptus, para ser bautizado definitivamente como Raphus cucullatus. A pesar de que se saben muy pocas cosas con certeza acerca de su biología, pocas especies han suscitado tanto interés por el mundo científico y el público en general (especialmente desde su aparición como personaje en la obra de Lewis Carroll "Alice in wonderland"), llegando a convertirse en un auténtico icono de la extinción, superado tal vez sólo por los dinosaurios. 
Seguramente los primeros humanos en entrar en contacto con el ave fueron los comerciantes árabes, quienes ya navegaban por el océano Índico en el siglo XIII. Con bastante probabilidad conocían la especie, pero no dejaron ningún testimonio escrito. Los siguientes en llegar a Mauricio fueron los portugueses (1516), pero en la isla no se estableció ningún asentamiento permanente hasta la llegada de los holandeses (1598). La Compañía Holandesa de las Indias Orientales utilizó Mauricio como puerto para la carga de provisiones y el carenado de barcos. Fue durante estos años cuando se empezaron a realizar las primeras descripciones del dodo, la mayoría de ellas en los diarios de a bordo de barcos holandeses que atracaban en el puerto y en otras publicaciones de la compañía. La primera mención pública del animal data de 1599, cuando una breve publicación sale a la luz tras el regreso a Europa de los primeros barcos de la flota capitaneada por Jacob Corneliszoon van Neck, la expedición que supuso la conquista por parte de Holanda de la isla Mauricio. Dicha publicación, fue editada y ampliada con nueva información procedente de nuevos navíos regresados a Holanda en 1600 y 1601, dando lugar a la obra Het Tweede Boeck, que incluiría un grabado mostrando diferentes actividades diarias realizadas por los marineros en sus campamentos, junto a la primera imagen que conocemos del dodo, además de otras especies animales y vegetales de la zona. No transcurriría ni un siglo desde las primeras descripciones hasta que el dodo fue llevado a la extinción.

Representación artística del dodo por Roelandt Savery (1626), (fuente).

Como es habitual que suceda en los casos de especies extintas en periodo histórico, no hay una fecha exacta e indiscutible para la desaparición del dodo. El último avistamiento aceptado como fiable tuvo lugar en 1662, cuando un marinero de nombre Volkert Evertsz, procedente de un barco naufragado, describió cómo él y sus compañeros habían capturado varios animales en un islote frente a la costa de Mauricio. Posteriormente a 1662 han aparecido algunos testimonios de avistamientos, como el de un esclavo fugado que afirmó haber visto al animal en 1674, u otros testimonios de 1668 y 1681, pero todos ellos fueron descartados por considerarse que muy probablemente el dodo había sido confundido con el rascón rojo, un ave de características similares ahora extinta que también habitó Mauricio e islotes cercanos. Incluso el testimonio de Evertsz es puesto en duda por el experto en extinciones Errol Fuller, quien ve en la descripción del marinero una reacción más propia de un grupo de rascones rojos que de los propios dodos al ser cazados. Si a esto añadimos que el último avistamiento creíble había sido 24 años antes, es decir, en 1638, estamos ante una especie que como mínimo era muy escasa en 1662, si no se encontraba ya extinta.

En 2003, tomando en cuenta las fechas oficiales de todos los avistamientos del animal (desde 1598 hasta 1662), los investigadores David Roberts y Andrew Solow, mediante el uso de un algoritmo estadístico llegaron a la conclusión de que la fecha más probable de su extinción es 1690. 

Sello postal de Mauricio con la imagen del dodo (fuente).

Si no se sabe exactamente cuando, tampoco se sabe a ciencia cierta la causa o las causas que llevaron a su extinción. 
Tradicionalmente se ha atribuido su desaparición a la caza indiscriminada por los marineros que desembarcaban en la isla. Los dodos no poseían la capacidad de volar y eran aves de movimientos bastante torpes. No contaban con depredadores naturales en la isla, lo cual hacía que no reaccionasen huyendo ante la presencia de los humanos, por lo que era fácil acercarse a ellos. Se sabe que los colonos de isla Mauricio cazaron al animal para alimentarse, pero se discute que esta haya sido la principal causa de su extinción, ya que los asentamientos holandeses en la isla no reunieron mucha gente (se calcula que alrededor de un centenar de personas). Además, sabemos que la carne de dodo no era especialmente sabrosa, refiriéndose a ella algunos testimonios como "demasiado dura", por lo que los colonos preferirían comer otros animales, como loros o palomas. Por otra parte, un estudio de 2013, demostró que los pozos de desechos de los primeros asentamientos en Mauricio contenían huesos de muchos animales, pero ninguno de dodo. Todas estas evidencias apuntan a que la caza directa por parte del ser humano no tuvo un efecto tan devastador sobre la especie como se venía creyendo.
Los animales que los colonos europeos llevaron consigo a la isla tuvieron un papel fundamental en la extinción del dodo. Animales domésticos como perros, gatos y cerdos, además de algunos monos y las ratas que viajaban escondidas en los barcos, saquearon los nidos de una especie a la que se atribuye una baja tasa reproductora. No sólo eso, sino que los animales recién llegados introdujeron en la isla enfermedades que pudieron acabar con parte de la fauna local.
Otra causa de la extinción del dodo es atribuida a la destrucción de los bosques por parte de los europeos, disminuyendo así los hábitats naturales en una isla que hasta ese momento no había sido testigo de la presencia continuada del ser humano.



El aspecto rechoncho que estamos acostumbrados a ver en las representaciones del dodo, está basado muy probablemente en ilustraciones realizadas a partir de individuos sobrealimentados por sus propietarios. Unos pocos ejemplares del animal fueron transportados y llegaron vivos a Europa y el lejano oriente (algunos otros murieron por el camino), donde fueron una sensación de la época, siendo sus dueños gente adinerada que presumía de sus mascotas con orgullo. Como por ejemplo el individuo exhibido en una tienda de Londres durante 1638, propuesto durante muchos años como el ejemplar del que proceden los restos que aún hoy se conservan en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford (el cráneo con algún resto de tejidos blandos y los huesos de una pata). Pero un examen con técnicas de imagen en 2018 descubrió que tenía numerosos balines de plomo de los utilizados en el siglo XVII para cazar aves incrustados en la parte posterior del cráneo.
A pesar de que eran aves grandes, hoy en día se piensa que los dodos no eran tan voluminosos como muestran las representaciones artísticas, sino que eran más delgados. Sabemos, por los testimonios escritos de los exploradores, que estas aves se alimentaban de semillas y frutos de diversas especies vegetales de isla Mauricio, como varios tipos de palmeras, cocos o los frutos del tambalacoque (Sideroxylon grandiflorum), también llamado árbol del dodo. A su vez, pudieron alimentarse de bulbos y raíces. Incluso se ha sugerido que los cangrejos y otros invertebrados marinos pudieran haber formado parte de su dieta. Es probable que almacenaran grasas durante la época de alta disponibilidad de recursos para sobrevivir a los meses en los que más escaseaban los frutos y semillas (meses de invierno).


Aspecto real del dodo según los trabajos de Kitchener y colaboradores. Dibujo del artista Richard Geer.

Como se ha dicho, eran aves grandes, de hasta un metro de altura y un peso que, según los estudios más recientes, superaría los 10 kg pero no llegaría en ningún caso a superar los 20 kg para los ejemplares en estado salvaje. La especie mostraba un claro dimorfismo sexual, siendo los machos de mayor tamaño que las hembras y con un pico proporcionalmente más grande. El cráneo era más robusto que el de otros columbiformes y el pico terminaba en un gancho hacia abajo. Esta forma del pico les habría ayudado a abrir los grandes frutos y semillas de los que se alimentaban. Las alas eran vestigiales, demasiado pequeñas para levantar en vuelo a unas aves de semejante tamaño. La coloración del plumaje aún se discute hoy en día, ya que los testimonios escritos son bastante contradictorios en este sentido. Algunas descripciones hablan de un plumaje grisáceo, otras le atribuyen un color pardo, negro o incluso blanco. Algunas aves autóctonas de isla Mauricio muestran un patrón de muda del plumaje después del periodo reproductor y esta característica podría haber sido compartida por los dodos.
El tipo de hábitat en el que desarrolló su existencia esta especie fueron los bosques tropicales que cubren gran parte de la superficie de la isla Mauricio. 
Las nidadas del dodo estaban compuestas por un sólo huevo de gran tamaño. El nacimiento de las crías probablemente se producía en Agosto, coincidiendo con el periodo de mayor abundancia de recursos en la isla. Se piensa que los adultos retenían alguna característica juvenil relacionada principalmente con el plumaje y el escaso desarrollo pectoral, lo cual supondría uno de los pocos ejemplos de pedomorfosis que encontramos en las aves.
El pariente evolutivo actual más cercano al dodo es la paloma de Nicobar, que habita algunas islas del océano Índico. 

Reconstrucción del esqueleto de un dodo en Billingshurst (Inglaterra), (fuente).

En 1973 el investigador especialista en ecología de las aves Stanley Temple se desplazó a isla Mauricio para estudiar el árbol del dodo (Sideroxylon grandiflorum), anteriormente conocido como Calvaria major. Por aquel entonces, quedaban en la isla tan sólo 13 árboles de esta especie, todos ellos individuos centenarios que habían nacido antes de 1680. Temple trató de demostrar la relación entre la desaparición del dodo y el declive en la población de este árbol. Algunas semillas requieren ser escarificadas para poder germinar tras haber pasado por el aparato digestivo de un animal que se ha alimentado de los correspondientes frutos. Para demostrar que el dodo había sido el diseminador de las semillas de Sideroxylon, Temple elaboró un experimento muy sencillo que consistió en dar de comer estos frutos por la fuerza a pavos domésticos (los animales actuales más parecidos al dodo que habitan la isla). Después de pasar por el aparato digestivo de los pavos, Temple observó como germinaban tres semillas de la especie, fenómeno que no ocurría en la isla desde hacía casi 300 años. Aunque este experimento no demuestra al 100% que el dodo era el diseminador de esta especie vegetal, sí consigue dar un paso importante en la creencia que se tiene desde hace mucho tiempo de que estos árboles dependían en gran medida del dodo para su supervivencia, además de haber salvado al árbol del dodo de correr la misma suerte que la popular ave que nos ocupa en este artículo.

Por último, destacar que han sido pocos los restos de Raphus cucullatus que han llegado hasta nuestros días. Aparte de los citados restos conservados en Oxford, existen otro puñado repartidos por colecciones de museos entre Europa, Estados Unidos y algunos lugares de Asia. Muchos de estos restos proceden del yacimiento de Mare aux Songes, excavado en 2005 y en el que se encontró por ejemplo el esqueleto casi al completo de un individuo. Habría que añadir otro esqueleto casi entero encontrado en una cueva por unos excursionistas y un huevo de la especie que se expone en el museo de East London, en Sudáfrica.


Más información sobre el dodo:















sábado, 4 de enero de 2020

La salamandra ciega de Texas, habitante de la oscuridad perpetua


Inicialmente bautizada como Typhlomolge rathbuni y actualmente conocida con el nombre científico de Eurycea rathbuni, la salamandra ciega de Texas es un endemismo del sistema de cuevas subterráneas que forma el acuífero Edwards cerca de San Marcos, en la zona central de Texas (Estados Unidos). 

La especie fue descubierta en 1896, durante la construcción de un pozo de casi 60 metros de profundidad excavado justo donde hoy en día está el campus de la Universidad Estatal del Suroeste de Texas y que serviría para abastecer de agua el criadero federal de peces situado en la localidad de San Marcos (Condado de Hays), sobre el acuífero Edwards. La descripción original de la salamandra fue realizada por Leonhard Stejneger, quien fuera conservador de anfibios y reptiles en el Museo Nacional de Estados Unidos. En los años posteriores a su descubrimiento, el número de ejemplares observados disminuyó considerablemente año tras año y la especie fue cayendo en el olvido, hasta que en 1938 los espeleólogos Charles E. Mohr y Kenneth N. Dearolf decidieron explorar una de las cuevas del complejo subterráneo conocida como Ezell´s cave, en la cual habían sido avistados algunos individuos. Ambos hombres descendieron por la entrada de la cueva haciendo uso de una cuerda y llegaron a una laguna poco profunda tras recorrer estrechos pasadizos de unos treinta metros de longitud. Durante las primeras visitas a la cueva no encontraron ni rastro de la salamandra ciega. Sin embargo, no se irían de vacío, ya que consiguieron hacerse con ejemplares de una especie de platelminto y dos especies de crustáceos hasta ese momento desconocidas para la ciencia. Fue en su cuarto descenso a la cueva cuando los dos hombres capturaron un ejemplar de la salamandra ciega de Texas. Dicho ejemplar era uno de los de mayor tamaño observados hasta entonces. Fue depositado en un acuario y estudiado en detalle por el Dr. Carl H. Eigenmann
En las décadas siguientes, de nuevo pocos ejemplares salieron a la luz, hasta que a finales de los años 70 el profesor de Biología en la Universidad Estatal del Suroeste de Texas Glenn Longley, comenzó una campaña extensiva de captura mediante red de estos animales, de tal manera que durante la década de 1980 fueron atrapados numerosos individuos, incluyendo localizaciones del sistema subterráneo de cuevas en las que anteriormente no habían sido vistos.

Una salamandra ciega de Texas fotografiada por Ryan Hagerty / USFWS (fuente)
El hábitat de estas salamandras son diversas cavernas, cuevas, pozos y conductos subterráneos inundados por el agua en el área de la citada localidad de San Marcos. Han sido observadas ocasionalmente ascendiendo por la superficie de rocas o nadando en aguas abiertas. En algunas zonas solo se conocen individuos que han sido drenados en pozos artificiales. 

Como resultado de la adaptación a vivir en un ambiente acuático y carente de luz, estas salamandras muestran ciertos rasgos anatómicos peculiares. Por ejemplo, sus ojos se fueron haciendo más y más pequeños a lo largo de la evolución de la especie, de tal manera que son ojos vestigiales (no funcionales) y aparecen como dos pequeños puntos negros debajo de la piel. Los antepasados de estos animales vivían en superficie y poseían ojos bien desarrollados, pero los actuales descendientes de aquellos animales no necesitan el sentido de la vista para desenvolverse en unas cuevas a las que no llega la luz. Como contrapartida, han desarrollado otros sentidos y estrategias para sobrevivir en estos inhóspitos lugares: están dotadas de una especial habilidad para detectar cambios en las corrientes de agua, algo parecido a la línea lateral de los peces. De esta manera, pueden sentir la presencia de presas a su alrededor.
Poseen branquias externas (rasgo neoténico), lo que les permite pasar todo su tiempo en las aguas subterráneas, sin tener que salir a superficie en busca de oxígeno. Sus extremidades se han transformado para adaptarse a la vida en el agua. Son muy largas y delgadas, ya que el propio medio líquido ayuda a sostener el peso de su cuerpo. Además, su cola está aplanada lateralmente y recorrida por una pequeña aleta caudal que las ayuda a propulsarse por el agua. 
A la hora de cazar, suplen su falta de vista con estrategias que las ayudan a ocupar la cúspide de la pirámide alimentaria de su ecosistema. Se arrastran por el fondo de las cuevas moviendo su cabeza hacia delante y detrás. Cuando localizan una presa abren rápidamente la boca aspirándola. Sus numerosos y afilados dientes les ayudan a retener a los pequeños animales apresados evitando que se escapen.
Estos animales han desarrollado la capacidad de detectar sustancias químicas en las aguas que les ayudan a diferenciar entre congéneres machos y hembras en la época reproductora. 
Como resultado de la evolución en un entorno sin luz, las salamandras ciegas han perdido la pigmentación de su piel, mostrando una coloración muy pálida, blanquecina, a excepción de sus branquias, que son de un color más rojizo debido a la gran cantidad de sangre que circula por su interior. 
Los adultos miden aproximadamente entre 8 y 14 centímetros de longitud.


La población total de estas salamandras se desconoce, ya que es muy difícil acceder a la profundidad de las cuevas que habita. La mayoría de animales se obtienen en los pozos artificiales al ser arrastrados por el agua. En los años posteriores a la construcción del pozo en San Marcos, solían emerger más de cien individuos por año, pero esta cifra enseguida decayó a unos pocos ejemplares anuales. Actualmente aún es bastante frecuente poder atraparlas mediante el uso de redes en alguno de los pozos excavados para extraer el agua del acuífero Edwards, aunque el número de capturas varía mucho entre un año y otro. El criadero federal de peces de San Marcos mantiene hoy día alrededor de 200 ejemplares, la mayoría de ellos capturados mediante red en alguno de los pozos cuando se encontraban en edad juvenil. Los animales en cautividad aseguran una reserva de efectivos en caso de ocurrir una catástrofe que acabase con la población en libertad de la especie.

No se conocen en profundidad los hábitos alimenticios de estos animales. Se supone que se alimentan de invertebrados acuáticos como anfípodos, caracoles de agua y el camarón tejano de cueva, especie típica del complejo de cuevas subterráneas del acuífero Edwards. Ocasionalmente han sido vistos individuos comiendo lombrices de tierra o intentando cazar insectos en la superficie de las aguas. No se sabe a ciencia cierta si tienen depredadores naturales.

Situación de la localidad de San Marcos (Hays County) en el acuífero Edwards, Texas central (fuente

La mayoría de datos que se conocen acerca de su reproducción han sido obtenidos a partir de salamandras en cautividad. Se sabe que las hembras maduran y se reproducen durante todo el año, sin responder a ciclos estacionales. Las hembras asumen un papel activo en estimular al macho a aparearse, realizando comportamientos como frotar su barbilla por la espalda del macho, arañarlo o abanicarlo con su cola. El macho deposita un espermatóforo en una roca y la hembra lo recoge con su cloaca. Posteriormente son depositados los huevos de los que eclosionarán las salamandras jóvenes.  Mediante su cría en cautividad se ha comprobado que la temperatura para que el desarrollo embrionario se lleve a cabo correctamente es de 20-21 grados centígrados. Temperaturas más bajas dieron lugar a malformaciones en los individuos en desarrollo. Estas temperaturas son muy similares a las de las aguas de las cuevas en que viven de forma natural, según han demostrado los muestreos llevados a cabo en determinadas zonas. 
Son animales neoténicos, por lo que el adulto retiene caracteres juveniles, como las branquias externas. No se conoce metamorfosis de manera natural en estos animales y los intentos de inducirla utilizando hormonas tiroideas dieron como resultado una metamorfosis parcial.
La longevidad máxima de las salamandras ciegas en la naturaleza no se conoce, pero en cautividad, el individuo más longevo del que se tiene constancia tenía 10 años y 4 meses, siguiendo vivo en el momento del registro.

Ejemplar de salamandra ciega de Texas a punto de cazar un camarón de cueva de Texas (Palaeomonetes antrorum). (Fuente)

Eurycea rathbuni se encuentra protegida tanto por las leyes de Texas como por las leyes federales de los Estados Unidos. Está catalogada como especie vulnerable por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). La mayor amenaza que se cierne sobre este animal es consecuencia del reducidísimo rango geográfico que ocupa, ya que la contaminación por las actividades humanas de las aguas del acuífero en el que vive podría reducir drásticamente la población total de estas salamandras. Al ser animales que se guían principalmente por la detección de sustancias químicas en el agua para su reproducción, los contaminantes químicos podrían interferir en un proceso vital tan importante para asegurar la continuidad de la especie. Otra amenaza provendría del descenso de los niveles de agua en el acuífero provocados por el bombeo para abastecer zonas residenciales y comerciales en desarrollo en la zona.
En 2013 fue aprobado un plan del Servicio de Vida Salvaje y Pesca de los Estados Unidos para restaurar el hábitat y minimizar los impactos negativos sobre esta y otras especies.


Más información sobre la salamandra ciega de Texas:












jueves, 25 de julio de 2019

El oso negro asiático y el tráfico ilegal de especies

El oso negro asiático (Ursus thibetanus) es un úrsido de tamaño medio conocido por diferentes nombres comunes: oso tibetano, oso del Himalaya, oso de collar u oso de luna. Inicialmente fue bautizado como Selenarctos thibetanus (oso de luna tibetano), debido a la mancha de color crema en forma de cuarto creciente que exhibe en el pecho. Sin embargo, estudios posteriores demostraron su estrecho parentesco con el oso negro americano, del cual supuestamente divergió hace tres millones de años y con el cual comparte un ancestro común europeo, por lo que pasó a clasificarse dentro del género Ursus, junto al oso pardo, el oso polar y el ya citado oso negro americano. 
Su aspecto es similar al de algunas especies de oso prehistóricas. Algunos expertos piensan que es el ancestro del que derivaron las demás especies actuales de osos (excepto el panda gigante y el oso de anteojos) aunque no hay unanimidad a este respecto.

El peso de los machos oscila entre 60 y 200 kg, mientras las hembras suelen pesar entre 40 y 125 kg, llegando excepcionalmente a 140. La longitud de la cabeza a la cola varía dependiendo del ejemplar entre 120 y 180 cm, con una altura en posición cuadrúpeda entre 70 cm y un metro. La cola es corta, entre seis y diez centímetros aproximadamente, apenas visible bajo el pelaje. La cabeza es grande y redondeada, mientras que los ojos son pequeños. Las orejas son también grandes, de contorno circular y se disponen bastante separadas en la cabeza. La apariencia general es la de un oso pesado, con extremidades gruesas y fuertes y unas garras afiladas. El pelaje, de color negro, es más largo en la zona del cuello, formando una especie de melena. Es característica la mancha color crema en forma de V (cuarto creciente) que tienen en el pecho. El hocico es largo y estrecho y de color más claro que el resto del cuerpo. Se conocen algunos ejemplares con una coloración del pelaje marrón, aunque son muy escasos. Incluso han sido descubiertos unos pocos individuos con un pelaje rubio o mezcla de rubio y negro.

Ejemplar de oso negro asiático en el Zoo Aquarium de Madrid (fuente).

Se han encontrado restos fósiles de esta especie en diversos lugares de Europa, como los Montes Urales, Alemania o Francia. Sin embargo, en tiempos históricos el animal solo se encuentra en el continente asiático. Está ampliamente distribuido por dicho continente, abarcando su rango de distribución dieciocho estados diferentes. El límite occidental de su área geográfica se sitúa en el extremo sudoriental de Irán, donde existe una pequeña población probablemente conectada con otra población que habita el sur de Pakistán. También se encuentran poblaciones en las regiones montañosas del norte de Pakistán y de Afganistán. Más hacia el este, la especie se distribuye por la región del Himalaya, atravesando el norte de India y los estados de Nepal y Bután. Se encuentra en gran parte del sudeste asiático, llegando por el sur hasta Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam. No hay registros históricos de la presencia de estos osos en Malasia. Más hacia el norte, también en el extremo oriental de Asia, encontramos a esta especie en buena parte del territorio chino, sobre todo en las áreas centrales y sudorientales del país, como por ejemplo el Tíbet (por ello que también sea conocido como oso tibetano u oso negro del Tíbet). Existen algunas poblaciones más pequeñas en el este del país, así como en su extremo norte, extremo oriental de Siberia y en la península de Corea. Habita asimismo las islas de Honshu y Shikoku en el sur de Japón, además de Taiwan y Hainan.
Se reconocen siete subespecies distintas, siendo U. thibetanus thibetanus la subespecie más abundante.


Su área de distribución se solapa en muchas zonas con la de otras especies de osos, especialmente en grandes zonas del extremo sureste del continente y en menor medida en el noreste de India, donde coincide con el oso malayo. Otras zonas de su área de distribución se solapan con zonas habitadas por el oso pardo, el oso bezudo o incluso el panda gigante.
El oso negro asiático habita una amplia variedad de áreas boscosas, desde el nivel del mar hasta los 4.300 metros de altitud. Con poca frecuencia se adentran en praderas alpinas desarboladas para alimentarse. Parece ser que estos osos se mueven entre diferentes altitudes siguiendo las variaciones estacionales en la abundancia de alimento, tendiendo a vivir a mayor altitud en verano que en invierno. La extensión del territorio ocupado por cada oso es variable en función de la disponibilidad de alimento: a mayor cantidad de alimento, menor es la extensión del área que ocupan.
La dieta de estos osos, al igual que la de la mayoría de los miembros de su familia, es omnívora. En regiones con grandes cambios estacionales de clima su dieta varía de una estación a otra, pasando de brotes y hojas de vegetación suculenta a frutos, insectos, corteza de árboles... En las regiones tropicales y subtropicales la fruta está disponible todo el año, por lo que constituye el pilar fundamental de su alimentación en estas zonas. En algunos lugares se alimentan frecuentemente de plantaciones y cultivos, como los campos de maíz y de avena y huertos de frutales. El área más seca habitada por estos osos es la zona sureste de Irán y Pakistán, donde la vegetación es escasa. En estos lugares, la especie ha adoptado unos hábitos más nocturnos que los del resto de sus congéneres, refugiándose durante el día del calor y de los encuentros con humanos en cuevas y saliendo por la noche a alimentarse en zonas ribereñas y arboledas abandonadas de palmera datilera y bosques silvestres de olivos y pistachos. La carne de otros animales también forma parte de su dieta, suponiendo un porcentaje que varía entre las distintas poblaciones. Entre sus presas se incluyen algunos mamíferos ungulados, ganado doméstico, invertebrados e insectos como las hormigas y las abejas. Han sido documentados casos de predación sobre búfalos o de aprovechamiento de los restos de presas cazadas por tigres. En este último caso, a veces estos osos se convierten en presas del tigre siberiano.

Sellos postales de Pakistán con la imagen del oso tibetano (fuente).

En las partes más septentrionales de su rango de distribución, o bien en zonas elevadas, en las que la fuente de alimentación queda cubierta por la nieve en invierno, el oso tibetano hiberna, con la excepción de las hembras gestantes, ya que dan a luz en los meses de invierno. Entran en sus guaridas entre octubre y diciembre y las abandonan entre marzo y mayo. Estas guaridas pueden ser de diferentes tipos: grietas en las rocas, agujeros en troncos de árboles, espacios bajo árboles caídos, cavidades bajo las raíces... En aquellos lugares donde hay disponibilidad de alimento a lo largo de todo el año, no se produce hibernación. Diferentes autores discuten sobre la naturaleza de la hibernación de estos osos, ya que no hay un periodo uniforme para todos, algunos individuos parece ser que hibernan durante todo el invierno, mientras otros solo hibernan durante los periodos más duros de la estación. La temperatura de su cuerpo no decae substancialmente durante este periodo. Además, pueden despertar con facilidad, por lo que hay autores que no lo consideran una verdadera hibernación. Sin embargo, su pulso decae al menos un 50% y no excretan urea ni productos sólidos en todo este tiempo, sino que los transforman en proteínas.

Estos osos tienen muy desarrollados los sentidos de la vista, el oído y el olfato. Usan estos tres sentidos para comunicarse con miembros de su especie, mediante la emisión de distintos sonidos, la realización de gestos y movimientos de dominio o subordinación que son percibidos visualmente por sus congéneres, orinando, frotándose contra árboles para impregnar su olor...

Se tiene poca información acerca de la reproducción de esta especie. La mayor parte de datos han sido extraídos de las observaciones en zoos. La época reproductora exacta es diferente en las distintas poblaciones del animal, pero generalmente el apareamiento tiene lugar en verano para después dar a luz en los meses de invierno (entre noviembre y marzo). Se piensa que pueden tener implantación retardada, es decir, el óvulo fecundado no se implantaría inmediatamente en la pared uterina, sino que pasaría un tiempo hasta el comienzo de su desarrollo. Se estima que el desarrollo podría iniciarse unos dos meses después de la fecundación, pero no se tiene claro si este fenómeno ocurre siempre o solo bajo determinadas circunstancias. La edad a la que estos animales se reproducen por primera vez es a los cuatro o cinco años. Cada camada está compuesta por uno o dos oseznos que permanecerán con su madre durante dos o tres años.
Han sido identificados híbridos de U. thibetanus con otras especies de osos, tanto en la naturaleza como en parques zoológicos. En 2005 un osezno macho de aspecto poco usual fue rescatado en un bosque de la provincia de Preah Vihear (Camboya) y llevado a un zoo del mismo país un tiempo después. Compartía características morfológicas del oso negro asiático y del oso malayo. Por ejemplo, exhibía en el pecho una mancha similar a la del primero, mientras que sus caninos y su pecho eran parecidos a los del segundo. El rostro era una mezcla de características de los dos. Los análisis genéticos demostraron que su ADN mitocondrial pertenecía a un oso malayo, mientras que su ADN nuclear era una mezcla del de ambas especies. Por tanto, era un híbrido entre un macho de oso negro asiático y una hembra de oso malayo. Tenía que tratarse de un híbrido natural, ya que no había zoos o colecciones privadas de las que se pudiera haber escapado un animal con estas características.
Asimismo, un zoo de Venezuela mantuvo desde 1964 juntos en el mismo cercado a un macho de oso de anteojos y una hembra de oso negro asiático, produciendo esta pareja varios descendientes a partir de 1975. También hay un informe de un híbrido entre oso negro asiático y oso pardo rescatado de una "granja de bilis" china en 2010.

Brandy, una hembra de oso tibetano rescatada de una plantación de aceite de palma en 1999. Es portadora de una mutación que hace que su pelaje sea rubio en lugar de negro (fuente).

El oso tibetano es una especie seriamente amenazada por los humanos. La pérdida de hábitat debido a la deforestación, la expansión de la agricultura, las redes de comunicaciones y las presas, junto con su caza indiscriminada para comerciar con su piel, sus garras y sobre todo su bilis, son las mayores amenazas sobre esta especie.
Como resultado de la deforestación, la diversidad de hábitats apropiados para estos osos está disminuyendo, lo cual tiene un impacto en el aislamiento de las distintas poblaciones del animal. Se sabe que incluso poblaciones cercanas geográficamente entre sí están aumentando su distanciamiento genético a raíz de la desaparición de hábitats que provoca una evolución separada entre poblaciones.
Como consecuencia de la expansión de los campos de cultivo y de la invasión de las áreas ocupadas por los osos, los conflictos entre los humanos y estos animales van en aumento. En un estudio realizado en el parque nacional de Dachigam (India), se evaluaron los distintos tipos de interacción entre estos osos y el ser humano mediante 227 entrevistas con habitantes locales entre los años 2007 y 2009. Tres tipos distintos de interacción fueron detectados: depredación sobre cultivos, ataques a humanos y depredación sobre el ganado. La más común fue la depredación sobre cultivos (el 85% de los encuestados afirmaron haberla sufrido). Este tipo de interacción tenía su auge en los meses de verano (junio a septiembre). Se informó de 19 ataques de estos animales a humanos, teniendo lugar la mayor parte de ellos en horas crepusculares. La depredación sobre el ganado fue la menos común de las interacciones estudiadas, con siete casos reportados en los que murieron 28 cabezas de ganado, atacadas principalmente en sus refugios nocturnos. Por lo tanto, los conflictos entre humanos y osos son frecuentes al menos en algunas zonas habitadas por estos últimos.


La caza destinada al comercio con distintas partes de estos osos supone la tercera gran amenaza para la especie. En algunos países es consumida como alimento su carne, sus órganos e incluso sus garras. La caza ilegal de estos osos tiene un efecto especialmente negativo cuando se combina con la deforestación de sus hábitats, ya que los cazadores furtivos consiguen acceder más fácilmente a los animales, que muchas veces se ven confinados en espacios reducidos. Los furtivos tienen especial interés en la vesícula biliar y las garras de los osos, que se han convertido en un caro manjar en varios países en los últimos tiempos. La bilis es usada en la medicina tradicional china, ya que supuestamente cura distintas enfermedades. Las granjas de osos para la extracción de su bilis han proliferado en los países de extremo oriente desde la prohibición de su caza en los años 80 del siglo XX. Se estima que alrededor de 12.000 osos son criados en estas granjas en territorio de China, Corea del sur, Laos, Vietnam y Myanmar. La especie usada para tal fin es mayoritariamente el oso negro asiático, seguida del oso malayo y el oso pardo en menor medida. La única especie de oso asiática que no se encuentra en estas granjas es el oso panda, ya que no produce ursodiol, un ácido biliar supuestamente eficaz para combatir afecciones como la formación de cálculos biliares entre otras cosas. 
Los osos son mantenidos en estas granjas en unas jaulas en las que casi no tienen libertad de movimiento en algunos casos durante más de 30 años. Las técnicas para la extracción de la bilis son bastante agresivas, provocando un gran estrés en los osos, que presentan elevadas tasas de mortalidad debido al estrés y a las infecciones. Muchos osos se ven obligados a vivir con un catéter conectado de continuo a su vesícula.

Osos tibetanos en actitud agresiva (fuente).

El oso negro asiático se encuentra clasificado en la categoría de "vulnerable" por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Sus poblaciones están decreciendo debido a la presión del ser humano sobre la especie, a pesar de las medidas de protección que algunos países de su área de distribución han adoptado.


Más información sobre el oso tibetano:











domingo, 23 de junio de 2019

La ballena de Groenlandia, dos siglos surcando los mares

La ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus), también llamada ballena franca de Groenlandia o ballena ártica, fue descrita por primera vez por Carlos Linneo en la décima edición de su obra "Systema naturae" (1758). La taxonomía de la familia Balaenidae siempre ha sido controvertida, cambiando a lo largo del tiempo. En un principio, la ballena de Groenlandia fue clasificada junto con las ballenas francas como una sola especie bajo el nombre Balaena mysticetus. Sin embargo, a partir del trabajo de John Edward Gray en 1821, comenzó a considerarse a la ballena de Groenlandia una especie distinta de las ballenas francas. El estatus taxonómico de estas últimas aún se discute hoy en día, aunque organismos como la IWC (International Whaling Commission) reconocen tres especies distintas: la ballena franca del Atlántico norte, la ballena franca del Atlántico sur y la ballena franca del Pacífico norte. En todo caso, los estudios genéticos de los últimos años han confirmado la separación de las ballenas francas y la ballena de Groenlandia en dos géneros distintos (Eubalaena y Balaena respectivamente). 

Ilustración de una ballena de Groenlandia (fuente).

Esta especie es considerada la segunda ballena de mayor tamaño, solamente superada por el rorcual azul. Los machos miden aproximadamente entre 14 y 17 metros de longitud, mientras que las hembras son algo mayores, midiendo de media entre 16 y 18 metros. El peso de estos animales oscila entre 75 y 100 toneladas. Su nombre vulgar en inglés (bowhead whale) proviene de su boca en forma de arco, ya que la mandíbula inferior forma una especie de U alrededor de la mandíbula superior. Las barbas de este animal son las más grandes de todas las ballenas, llegando a medir cuatro metros y medio de longitud vertical. Su cráneo representa al menos un tercio de su longitud total y en la mandíbula inferior suelen tener una mancha blanca que contrasta con la coloración negra del resto del cuerpo. Poseen una capa aislante de grasa de más de medio metro de espesor que las protege de las gélidas temperaturas árticas. Las aletas pectorales de estas ballenas son relativamente pequeñas en relación a su tamaño corporal, no alcanzando los dos metros. Al igual que las ballenas francas, no posee aleta dorsal.

La ballena de Groenlandia es la única especie de las grandes ballenas que pasa toda su vida en las aguas del océano Ártico y sus mares adyacentes. Contrariamente a otras especies, no migra a lugares lejanos para alimentarse o reproducirse y es muy extraño encontrarla por debajo de 45 grados de latitud norte.


Actualmente las ballenas de Groenlandia se encuentran separadas en cinco subpoblaciones diferentes: 
1) La subpoblación del Ártico occidental, en los mares de Bering, Chukchi y Beaufort; 2) La subpoblación de la bahía de Hudson; 3) La subpoblación de la bahía de Baffin y el estrecho de Davis; 4) La subpoblación del mar de Ojotsk; 5) La subpoblación de Svalbard y el mar de Barents.
De las cinco subpoblaciones la más numerosa es la primera, con una estimación de cerca de 20.000 individuos, mientras que las más pequeñas son la del mar de Ojotsk y la de Svalbard / mar de Barents, con unos pocos cientos de ejemplares. En total, se estima que hoy en día sobreviven más de 25.000 efectivos de la especie.

La caza comercial de estas ballenas ha supuesto una importante reducción de su población. Han sido perseguidas en busca de sus barbas, utilizadas para fabricar objetos, su grasa, usada como combustible y su preciada carne para el consumo humano. Dicha caza empezó en el siglo XVI, cuando los balleneros vascos comenzaron a capturar estas ballenas en el Atlántico noroeste. Se calcula que entre 25.000 y 40.000 ejemplares fueron cazados por los vascos de 1530 a 1610, seguido de unos 28.000 animales más capturados de 1719 a 1915, según los datos que se tienen de los estudios llevados a cabo. Finalmente, su caza fue prohibida por leyes internacionales a partir de los años 30 del siglo XX. Actualmente solo se permite un pequeño cupo de captura anual a algunos pueblos indígenas de la zona. 

Ballena ártica con su cría (C) NOAA (fuente).

Cada una de las cinco subpoblaciones muestra patrones de migración diferentes, que dependen de la disponibilidad de nutrientes y de la cantidad de hielo presente. Durante los meses de verano pueden ser vistas en bahías, estrechos y estuarios. Son animales solitarios o que viven en grupos de dos o tres individuos, aunque se reúnen en grupos mayores para alimentarse y para migrar. A su vez, estos grupos migratorios se subdividen en grupos de edad, migrando juntos los individuos subadultos por un lado y los machos y hembras adultos con crías en un subgrupo diferente. El apareamiento suele tener lugar al final del invierno, inmediatamente después de lo cual tendrá lugar la migración de primavera. La gestación durará 13 meses, teniendo lugar la mayor parte de los nacimientos en el mes de mayo. La hembra dará a luz un ballenato que medirá al nacer entre cuatro y cinco metros y que posteriormente se independizará cuando hayan transcurrido entre nueve y quince meses. Estas ballenas alcanzan la madurez sexual cuando tienen alrededor de 20 años, edad a la que han alcanzado entre 12 y 14 metros de longitud. Las hembras maduran sexualmente algo antes que los machos. 

Son filtradores, se alimentan de animales minúsculos que quedan retenidos en sus barbas. A veces pueden alimentarse de manera oportunista durante la migración de primavera, pero mayormente lo hacen durante el invierno en sus zonas de alimentación. Ingieren principalmente pequeños crustáceos que forman parte del zooplancton, como copépodos, eufausiáceos, anfípodos...Pueden unirse en grupos de hasta 14 individuos organizando una formación en V para ello. Se sabe que son capaces de filtrar hasta 50.000 de estos pequeños animales por minuto.

La ballena ártica en un sello postal de Canadá (fuente).

Una de las características más sorprendentes de la ballena de Groenlandia es su elevada longevidad. En un estudio de 1999 publicado en la revista Canadian Journal of Zoology, varios investigadores de distintas universidades estadounidenses analizaron un total de 48 globos oculares de estas ballenas para determinar su edad. Utilizaron el método de racemización del ácido aspártico. El ácido aspártico es uno de los aminoácidos que componen las proteínas de los seres vivos. Los aminoácidos pueden presentarse en dos tipos de conformación (D y L) según desvíen el plano de la luz polarizada hacia la derecha o hacia la izquierda, respectivamente. Las formas D y L reciben el nombre de enantiómeros, siendo una pareja de compuestos en la que una forma es la imagen especular de la otra. La mayor parte de los aminoácidos presentes en las proteínas de los seres vivos tienen conformación L, pero con el envejecimiento del organismo la ratio entre aminoácidos D y L va cambiando, lo cual es especialmente apreciable en tejidos metabólicamente inactivos como el cristalino o el esmalte dental. Los aminoácidos de conformación inicial L se van transformando en aminoácidos de conformación D, de tal manera que midiendo la proporción entre aminoácidos D y L se puede hacer una estimación de la edad del organismo.
Los ojos fueron recogidos de las ballenas capturadas entre 1978 y 1981 y entre 1993 y 1997 por los pueblos esquimales de Alaska. Los ojos eran inmediatamente congelados, llevados al laboratorio y diseccionados con el fin de recuperar el cristalino (lente intraocular). El cristalino fue introducido varias horas en una disolución de ácido clorhídrico con el fin de romper las proteínas presentes en su núcleo y así liberar los aminoácidos que las componen. El grado de racemización del ácido aspártico, es decir, la proporción entre formas D y L de este aminoácido se determinó mediante dos técnicas químicas de cromatografía
En cuatro de los individuos objeto de estudio se determinaron edades de 135, 159, 172 y 211 años respectivamente. Esto sitúa a la ballena de Groenlandia como el mamífero más longevo de los existentes actualmente, superando algunos ejemplares los dos siglos de edad.



En el mismo estudio, fueron recuperadas seis herramientas tradicionales para la caza de ballenas de los cuerpos de algunos ejemplares. Comparándolas con las colecciones del Instituto Smithsonian, los científicos llegaron a la conclusión de que dichas herramientas debieron ser utilizadas por cazadores esquimales entre 100 y 130 años atrás.

Los investigadores han identificado dos factores ambientales que pueden haber conducido evolutivamente a la gran longevidad que exhiben estas ballenas: el entorno marino sumamente frío en el que viven y la relativamente escasa, irregular y estacional disponibilidad de alimento. Adaptaciones como la gruesa capa de grasa o la elevada masa corporal son respuestas al estrés térmico que suponen las aguas tan frías en las que viven. Como la densidad de presas es relativamente baja, estas ballenas tienen bajas tasas de crecimiento y requieren muchos años para alcanzar un desarrollo óseo y una acumulación de grasa suficientes, además de necesitar mucho tiempo para alcanzar una masa que les haga posible la reproducción y la lactancia. Por tanto, las ballenas de Groenlandia pueden haberse visto forzadas a adaptar evolutivamente su longevidad en respuesta a los retos físicos, anatómicos y reproductivos a los que se enfrentan.
Además, el gran tamaño corporal podría suponer una ventaja a la hora de romper el hielo para respirar en superficie y a la hora de dar a luz ballenatos grandes más capaces de sobrevivir en las frías aguas.

La población global de estas ballenas se encuentra actualmente en aumento gracias a las leyes de protección tanto internacionales como las propias de algunos países de su rango de distribución. La especie se encuentra dentro de la categoría "preocupación menor" en la categorización de los niveles de peligro de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).


Más información sobre la ballena ártica:











jueves, 16 de mayo de 2019

El exterminio del alca gigante

Nombrada científicamente Pinguinus impennis (Linnaeus, 1758), el alca gigante fue un ave no voladora de considerable tamaño y con apariencia de pingüino, que una vez habitó las costas a ambos lados del Atlántico norte.  La última pareja de estos animales de la que se tiene constancia fue golpeada hasta la muerte en la isla de Eldey (Islandia) en Junio de 1844. Sin embargo, el último avistamiento aceptado oficialmente por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) data de Diciembre de 1852, cuando el naturalista y ornitólogo Henry Maurice Drummond-Hay observó un ejemplar mediante prismáticos y a unos 30 metros de distancia mientras viajaba en un buque de vapor por las costas de Terranova (Canadá). Se cree que el ave ya estaba prácticamente extinta en la orilla oeste del Atlántico desde antes de 1800, por lo que el ejemplar observado por Drummond-Hay debió pertenecer a una pequeñísima colonia que pasó desapercibida durante varias décadas.


Ejemplar de alca gigante expuesto en Kelvingrove (Escocia). (C) Mike Pennington (fuente).

No obstante, son numerosos los testimonios de supuestos avistamientos de estos animales después de la fecha declarada de su extinción, aunque no cuentan con reconocimiento oficial. Por ejemplo, en 1853 un ejemplar de alca gigante fue supuestamente encontrado muerto en la costa este de Terranova (Canadá), mientras que tres años más tarde, otro animal habría sido capturado en la parte oeste del mismo territorio, pero no hay pruebas materiales de este hecho. 
De otra posible observación habla el doctor Isaac Israel Hayes en su obra de 1871 "The land of desolation", en la que describe sus aventuras en Groenlandia durante el verano de 1869. Un naturalista llamado Hansen informó a Hayes de que un alca gigante había sido capturado dos años atrás (1867) en una pequeña isla groenlandesa por un nativo hambriento, quien ignoraba por completo que dicho animal se consideraba extinto ya en aquella época.
Los testimonios de avistamientos se adentran incluso en el siglo XX, como por ejemplo un informe de 1927 en el que se habla de uno de estos animales merodeando durante algún tiempo alrededor de una isla del pequeño archipiélago de Lofoten (Noruega). O el informe publicado dos años más tarde (1929) en la revista "Bird Notes and News" en el que se describe el avistamiento de un alca gigante nadando en un muelle también en las islas Lofoten.
Sin duda, el más llamativo de los supuestos encuentros con este animal ocurrido en el siglo XX tuvo lugar en 1986, cuando el diario inglés "Daily Telegraph" informaba de que una expedición estaba a punto de ser enviada a un diminuto islote de las islas Orcadas (Escocia) debido a los insistentes testimonios de avistamientos de un alca gigante viviendo en la zona. Por desgracia para el mundo científico, resultó tratarse de una campaña publicitaria de una marca de whisky protagonizada por un robot.

Ilustración de dos alcas gigantes por John James Audubon (fuente).

El profesor Japetus Steenstrup fue el primero en escribir una monografía sobre la especie (1855). En su obra afirma que el alca gigante habitó las zonas templado-frías del Atlántico norte, contradiciendo la extendida idea de una especie que criaba y residía casi de manera constante en los mares árticos. El rango de distribución de este animal no se ha podido determinar con exactitud. En tiempos prehistóricos la especie se extendía por una zona mucho más amplia, quedando restringida con el paso del tiempo a zonas cada vez más inaccesibles cercanas al círculo polar ártico hasta su completa extinción. Se han encontrado depósitos subfósiles de huesos de alca gigante en diversas partes de Noruega (entre 2.000 y 13.000 años de antigüedad) y mucho más al sur, llegando hasta España e Italia en el Mediterráneo o hasta Florida en Norteamérica.  Se sabe que en primer lugar se extinguió en la orilla oeste del Atlántico, sobreviviendo más tiempo en el Atlántico este y en algunas zonas de la costa de Islandia. Las colonias de la orilla este del Atlántico se supone que eran más numerosas que las de la orilla oeste. No se sabe a ciencia cierta si criaba o no en Groenlandia, aunque hay evidencias de que visitaba regularmente diversas zonas occidentales de esta gran isla entre Septiembre y Enero. En Islandia es sabido que criaba en zonas del suroeste y probablemente algunos otros lugares. También parece bastante probable que criase en la isla de St. Kilda (islas Orcadas) y también en las Shetland (ambos archipiélagos pertenecientes a Escocia) además de las islas Feroe. 


Tan sólo un puñado de lugares de cría son bien conocidos. Uno de ellos es la isla Funk, una pequeña isla granítica de unos 800 metros de largo y 400 de ancho situada en Terranova (Canadá). Hoy en día densas colonias de otras especies de aves marinas suelen criar en ella. Otro lugar de cría bien conocido era la isla Eldey, una isla de roca basáltica de unos 16 km de longitud en el suroeste de Islandia. Se ha sugerido alguna vez que el alca gigante también criaba en algunos lugares tierra adentro, sin embargo, parece más probable que lo hiciesen en pequeñas islas o islotes bastante inaccesibles incluso para las embarcaciones. Sólo en aquellos lugares con unas condiciones topográficas ideales, protección contra predadores (incluido el hombre) y abundancia de recursos alimenticios, podría haberse establecido una colonia de cría numerosa.


Varios países poseen sellos postales con la imagen del alca gigante, como es el caso de Níger (fuente).

Las alcas gigantes eran similares en aspecto a otras especies de alcas, pero de mucho mayor tamaño y con las alas mucho más reducidas, evidenciando su incapacidad para volar. Llegaban a medir 70 cm y a pesar más de 5 kg. Su plumaje era negro en la parte dorsal y blanco ventralmente. Una línea blanca recorría el borde de sus alas y un parche blanco delante de cada ojo adornaba la cara. Su pico era largo y robusto, adornado con finas líneas de color blanco.
Las alas eran usadas para propulsarse bajo el agua. Se tienen evidencias de que eran buenos nadadores, siendo capaces de evadir en muchos casos su captura desde botes. Por el contrario, en tierra firme tenían movimientos bastante torpes. Eran aves que pasaban la mayor parte del tiempo mar adentro en pequeños grupos, reuniéndose en colonias más grandes en los lugares de cría, aunque se cree que generalmente no formaba colonias de cría tan numerosas como otras especies de alcas actuales de menor tamaño.
Las alcas gigantes formaban pequeños grupos para alimentarse de peces, sus presas favoritas. Su capacidad de vuelo fue sacrificada evolutivamente para ser más eficaces persiguiendo a los peces bajo el agua ayudándose de sus especialmente cortas alas. Cazaban presas relativamente grandes, de hasta 30 cm de longitud, adentrándose para ello varios kilómetros en mar abierto. Parece ser que elegían por lo general presas con alto contenido en grasa corporal.
Se piensa que estas aves desplegaban algún tipo de ritual de cortejo similar al que pueden realizar algunos pingüinos. Eran una especie monógama, reteniendo a su pareja durante varios años. No está clara la época de cría, afirmando algunas fuentes que sería entre Mayo y Junio, mientras otras fuentes sitúan esta época en Agosto, lo cual puede ser debido a diferencias geográficas entre distintas poblaciones. Se estima que estos animales alcanzaban la madurez sexual entre los 4 y los 7 años de edad. La hembra ponía un solo huevo de entre 8 y 14 cm de tamaño. Ambos sexos participaban en la incubación, que duraba unos 44 días. Después de eclosionar los huevos, el periodo hasta que las crías comenzaban a nadar era muy corto, de unos 9 días, por lo que se supone que los padres cuidaban de sus crías en el agua durante un periodo de tiempo. La longevidad de estas aves se estima entre 20 y 25 años.




La gran mayoría de autores mantienen que la principal razón de la extinción del alca gigante fue su exterminio a manos del hombre, sobre todo a partir de 1497, cuando los europeos comenzaron a explotar los grandes bancos de pesca de Terranova (Canadá). En la isla Funk por ejemplo, estas aves fueron masacradas en número de miles, sirviendo como alimento y la grasa de algunas de ellas como combustible. En las zonas de cría del suroeste de Islandia (como la isla Eldey) sólo quedaban unos pocos cientos de estos animales a finales del siglo XVIII. Al ser unos animales torpes en tierra firme, era fácil para los marineros y cazadores locales darles alcance y golpearlos hasta la muerte. Además, durante los últimos años de su existencia, sus huevos y pieles fueron muy cotizados por los coleccionistas, de tal manera que la última pareja conocida de la especie (1844) fue cazada con estos fines.

A la persecución por parte del ser humano hay que añadir las posibles condiciones climáticas adversas, que también pudieron afectar a la especie. Se piensa que las alcas gigantes eran más vulnerables a cambios meteorológicos y menos tolerantes a temperaturas demasiado bajas que muchos de sus parientes. Sus presas también pudieron verse afectadas por cambios en la temperatura del océano. La llamada "pequeña Edad de Hielo" duró más o menos desde el siglo XIII hasta principios del siglo XX. Durante estos siglos, las condiciones severas del océano eran frecuentes, aumentando la cantidad de hielo en las costas donde solía habitar el alca gigante, rodeando y bloqueando el acceso a sus lugares de cría y provocando que no se pudiesen reproducir. Por lo tanto, a la caza indiscriminada por parte del ser humano, habría que sumar un periodo climatológicamente adverso que contribuyó a la extinción de estos interesantes animales.

Cientos de huevos y animales disecados se encuentran hoy en día expuestos en diferentes museos por el mundo.



Más información sobre el alca gigante:

Vídeo sobre la extinción del alca gigante

https://eol.org/pages/45509347/articles

https://www.iucnredlist.org/species/22694856/93472944

https://animaldiversity.org/accounts/Pinguinus_impennis/

http://www.animalesextincion.es/articulo.php?id_noticia=000274

https://recuerdosdepandora.com/naturaleza/animales/la-tragica-extincion-del-alca-gigante/

http://karlshuker.blogspot.com/search?q=great+auk

http://theconversation.com/how-were-using-ancient-dna-to-solve-the-mystery-of-the-missing-last-great-auk-skins-80650

https://www.vistaalmar.es/especies-marinas/aves/6014-puede-el-alca-gigante-regresar-de-la-extincion.html

https://misanimales.com/acabamos-alca-gigante/



martes, 12 de marzo de 2019

El dragón de Komodo, una criatura más propia del pasado

El varano o dragón de Komodo (Varanus komodoensis) es el lagarto de mayor tamaño existente, a pesar de lo cual, pasó inadvertido para la ciencia hasta principios del siglo XX. Habita una serie de pequeñas islas al este de Java y de Bali llamadas islas menores de la Sonda -entre las cuales se halla Komodo- administradas por Indonesia. Komodo es una pequeña isla de roca volcánica y cubierta por densos bosques tropicales, con una extensión de 390 kilómetros cuadrados. Pocos científicos hubieran imaginado una población de lagartos gigantes viviendo en tan pequeño territorio.
Inicialmente la isla de Komodo estaba deshabitada, pero a comienzos del siglo XIX empezó a ser utilizada por el sultán de la vecina isla de Sumbawa para desterrar a convictos y oponentes políticos. A parte de esto, la isla era visitada de vez en cuando por cazadores y buscadores de perlas de otras partes de Indonesia. Dichos visitantes, comenzaron a hablar de una enorme criatura, una especie de monstruo con aspecto de cocodrilo pero habitante de tierra firme, al cual dieron el nombre de boeaja darat (cocodrilo de tierra). Estos testimonios enseguida atrajeron la atención de los científicos occidentales.

El dragón de Komodo, conocido como boeaja darat antes de su descripción científica (fuente).

Los rumores sobre la existencia de estos animales llegaron a oídos de Peter Ouwens, director del Museo Zoológico y Jardines Botánicos de Java, cerca de Jakarta, la actual capital de Indonesia. En 1910, Ouwens contactó con el gobernador de la isla de Flores, J.K.H. van Steyn van Hensbroek, quien era un entusiasta naturalista y que viajaría a Komodo en 1912 para recoger el mayor número posible de pruebas. Escuchó testimonios de varios buscadores de perlas y encontró una piel de uno de estos grandes lagartos en una choza, concluyendo que no se trataba de un cocodrilo, sino probablemente de una especie de varánido de gran tamaño. Incluso llegó a cazar un ejemplar, enviando su piel y una foto a Ouwens. Poco después, Ouwens mandaría a la isla a un trabajador del Museo Zoológico, el cual volvería a Java con cuatro especímenes vivos, uno de ellos adulto. Finalmente, en 1912, Ouwens haría la descripción científica de la nueva especie, basándose en gran parte en la información que le había sido proporcionada por van Steyn van Hensbroek acerca del comportamiento y el estilo de vida del animal.
A pesar de que el interés por el dragón de Komodo decayó en años posteriores a causa de la Primera Guerra Mundial, dicho interés revivió con la expedición realizada por W. Douglas Burden en 1926. Fue Burden quien acuñó el término "dragón" a finales de los años veinte para referirse al animal. Su expedición llegó incluso a inspirar la película King Kong. Burden llevaría al Zoo del Bronx (Nueva York) los primeros ejemplares vivos de la especie que serían expuestos fuera de Asia. Asimismo, tres de los animales capturados aún pueden verse disecados en el Museo Americano de Historia Natural.

Esta especie no sólo habita la isla de Komodo, también se encuentra en otras islas cercanas, como Rinca, Padar, Gili Motang, Gili Dasami y algunas zonas costeras de la isla de Flores (mucho mayor que las anteriores), todas ellas pertenecientes a las Sondas menores, en el archipiélago indonesio. Incluso podría habitar también la isla de Sumbawa (al oeste de Komodo), hecho sin confirmar.

Área de distribución del dragón de Komodo

Como se ha dicho, el varano de Komodo es el lagarto más grande del mundo, alcanzando más de tres metros de longitud y un peso en torno a 70 kg por término medio, llegando a registrarse hasta 165 kg. Aunque los machos tienden a un mayor tamaño que las hembras, no hay grandes diferencias morfológicas entre ambos sexos. Los juveniles son de color predominantemente verde pero con algunas partes negras y amarillas, mientras que los adultos tienen color más uniforme, variando este de marrón a rojo grisáceo. Su cuerpo está completamente cubierto por duras escamas. Las extremidades son fuertes. Poseen un cuello largo y la cola es grande y muy musculosa. El hocico es redondeado y el cráneo flexible, con dientes afilados y aserrados de hasta 2.5 cm de longitud. Su lengua bifurcada, larga y amarillenta recuerda mucho a la de las serpientes. Tienen una expectativa de vida de unos 50 años en la naturaleza, mientras que en cautividad no suele llegar a 10 años.

Juvenil de dragón de Komodo (fuente).

El varano de Komodo es un animal carnívoro. Se alimenta principalmente de carroña, aunque no es nada extraño verlos cazar activamente presas de diferentes tamaños, como peces, roedores, serpientes, aves, cabras, cerdos, ciervos, jabalíes, búfalos de agua...Incluso dragones de Komodo de menor tamaño. Los juveniles se alimentan de diferentes insectos, geckos, huevos, aves y de vez en cuando pequeños mamíferos. Los dragones tienden emboscadas a las presas de mayor tamaño y les asestan un  mordisco normalmente en las extremidades traseras. Después siguen al animal hasta que este cae al suelo.
Un estudio de 2009 liderado por Bryan G. Fry, encontró que estos animales poseen glándulas venenosas en su mandíbula inferior, lo cual fue descubierto mediante resonancia magnética de la cabeza. Se sabe que estas glándulas segregan varias proteínas tóxicas capaces de provocar en la presa la pérdida de consciencia, descenso de la presión sanguínea, parálisis muscular, hipotermia, efecto anticoagulante de la sangre...Bryan Fry pone en entredicho la creencia de que son las bacterias contenidas en la boca del dragón las que llevan a la muerte de su presa (debido a la infección que le causan). El científico estadounidense cree más bien que la víctima del ataque muere desangrada varias horas después de producirse la mordedura, debido a los diferentes efectos causados por el veneno (efecto anticoagulante, descenso de la tensión, parálisis...). Según este investigador, las bacterias que causan la infección del animal herido se encontrarían en las aguas cálidas y con heces estancadas en las que, siguiendo un instinto, se refugian las presas de los dragones después de ser mordidas. Por tanto, la fuente de la infección sería medioambiental y no tendría nada que ver con la saliva del varano. Ve erróneo el hecho de no haber examinado en detalle el contenido bacteriano de estas aguas, lo que en su opinión condujo siempre a la idea equivocada de que las bacterias encontradas en los tejidos de las presas proceden de la boca del dragón. Según Fry, se ha pasado por alto el hecho de que el dragón de Komodo no es natural de Indonesia, sino que es un lagarto australiano (se han encontrado en Australia fósiles muy similares al animal que datan de 3.8 millones de años). Y por otra parte, los búfalos de agua tampoco son naturales de las islas indonesias, sino una especie introducida hace unos pocos cientos de años. Por lo tanto, el encuentro entre las dos especies es un encuentro artificial, provocado por el hombre, sin una base evolutiva. Además, un estudio de 2013 sugirió que las bacterias presentes en la boca de los dragones eran ordinarias y similares a las que pueden encontrarse en la boca de otros carnívoros.
Sin embargo, otros investigadores opinan que "el descubrimiento de las glándulas del veneno ha llevado a infravalorar el papel de las secreciones orales de los reptiles y a una interpretación errónea de la evolución de estos animales". Algunos dudan incluso de que el veneno sea necesario para explicar los efectos de la mordedura del dragón y probablemente las proteínas tóxicas que contiene se destinen a otras funciones.
 Hoy en día tiende a considerarse que tanto el veneno como las bacterias contribuyen a matar a la presa, pero deben llevarse a cabo investigaciones más profundas para llegar a una conclusión definitiva.


Los varanos de Komodo son capaces de tragar grandes trozos de comida expandiendo su garganta y su flexible cráneo. En cada comida pueden llegar a ingerir hasta el 80% de su peso corporal. Luego se sitúan en un lugar soleado para acelerar la digestión. Los dragones adultos pueden mantenerse realizando tan solo una comida al mes, ya que estos animales tienen un metabolismo lento. Una vez terminan la digestión, regurgitan la llamada "pelota gástrica", formada por los dientes, cabellos y cuernos de la presa ingerida, cubiertos por una mucosidad maloliente segregada en el estómago del lagarto. Después de regurgitar estos restos, se limpian la cara frotándose contra el suelo o contra arbustos para eliminar el mal olor de la secreción.

Estos animales tienen un sentido de la vista pobre, siendo capaces de ver a distancias de no más de 300 metros. Asimismo, su sentido del oído es poco desarrollado. Sin embargo, poseen muy buen sentido del olfato. Utilizan su lengua para percibir los olores ayudándose del órgano de Jacobson. Pueden percibir el olor de la carroña a una distancia de 9.5 km.

Los varanos de Komodo viven en territorios de unos dos kilómetros cuadrados, que no defienden de competidores, por lo que es usual que estos territorios se solapen. Cuando encuentran comida, los machos de mayor tamaño son los primeros en comer, seguidos por machos más pequeños, hembras y finalmente los juveniles.
Excavan nidos en los que se refugian por la noche y cuando el día es muy caluroso. Los dragones adultos no sufren predación al estar en la cúspide de la cadena alimentaria de su ecosistema. Sin embargo, los juveniles son ocasionalmente depredados por adultos de su propia especie, algunos mamíferos y aves. Son de costumbres arbóreas hasta que adquieren el tamaño suficiente para evitar a sus depredadores.

Dragón de Komodo devorando una presa (fuente).


El dragón de Komodo y la partenogénesis


La forma habitual de reproducción de estos animales implica el apareamiento entre macho y hembra y la existencia de una fertilización del óvulo que dará lugar al nuevo individuo. Las hembras son fértiles a partir de los nueve años de vida aproximadamente y los machos a partir de los diez. El apareamiento ocurre entre Julio y Agosto y la puesta de los huevos se realiza en Septiembre, evitando así los meses más calurosos. Eclosionarán entre siete y ocho meses después, cuando han cesado las lluvias y los insectos son abundantes, en una madriguera excavada por la hembra o en un nido abandonado por otros animales. Estos reptiles no realizan ningún cuidado parental después de nacer las crías.

Sin embargo, en 2006, un descubrimiento sorprendió a la comunidad científica: las hembras de esta especie son capaces de reproducirse sin entrar en contacto con ningún macho. Este sorprendente hecho fue descubierto en animales cautivos en dos zoos ingleses. Una hembra del zoo de Chester que nunca había convivido con un macho, puso 11 huevos, de los que ocho contenían embriones en desarrollo. El otro caso se produjo en el zoo de Londres, donde una hembra que no había entrado en contacto con ningún macho durante dos años y medio hizo una puesta de 22 huevos, de los que cuatro contenían dragones en desarrollo. 
Inicialmente, los investigadores pensaron que los huevos fertilizados tenían padre, ya que algunos reptiles tienen la capacidad de retener el esperma en su interior durante años. Sin embargo, al realizar análisis genéticos se descartó esta posibilidad. 
Los dragones de Komodo tienen un sistema de determinación cromosómica del sexo distinto al de los humanos. En esta especie, el sexo heterogamético es la hembra (WZ), mientras que el macho es homogamético (ZZ). Este sistema también se da en aves, muchos insectos y otros lagartos. Cada óvulo de una hembra de varano de Komodo contiene un cromosoma Z o un cromosoma W. En la partenogénesis un óvulo se desarrolla sin previa fecundación por parte de un macho. No obstante, para generar un embrión viable, el material genético del óvulo debe duplicarse (pensemos que en la reproducción "normal" con fecundación la mitad del ADN del embrión lo aporta el óvulo y la otra mitad el espermatozoide). Por lo tanto, ¿quién aporta la otra mitad del material genético de estos embriones procedentes de óvulos sin fecundar? La otra mitad del ADN es aportada por un cuerpo polar, una especie de pequeño óvulo que se forma durante el proceso de ovogénesis y que contiene  en su interior una copia del ADN igual que la del óvulo. Normalmente los cuerpos polares degeneran y desaparecen, pero en el caso de la partenogénesis del dragón de Komodo hacen la función del esperma.
Todas las crías que nacen por partenogénesis en esta especie son machos, ya que los huevos con dotación genética WW no son viables. Mientras que la otra posibilidad son los huevos ZZ, que desarrollarán individuos de sexo masculino.
Se piensa que esta capacidad evolutiva de reproducirse de dos maneras diferentes, permitiría a estos animales colonizar nuevos territorios si, por ejemplo, una hembra es arrastrada a una isla vecina durante una tormenta.

Diferentes sellos postales con la imagen del dragón de Komodo (fuente).

El varano de Komodo se encuentra catalogado como especie vulnerable en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). En 1980 fue creado el Parque Nacional de Komodo para proteger a la especie. Abarca las islas de Komodo, Rinca y Padar, así como otras más pequeñas de la zona. Actualmente está considerado una de las siete maravillas naturales del mundo

Por último, resaltar que esta especie tiene para el hombre impactos tanto positivos (ecoturismo en su región de origen, atracción de visitas en zoológicos) como negativos (ataques a humanos y al ganado doméstico).


Más información sobre el dragón de Komodo: