jueves, 26 de diciembre de 2024

El takahe: historia de un retorno inesperado

 El calamón de Isla Sur o takahe (Porphyrio hochstetteri) es una de las aves más fascinantes y enigmáticas de Nueva Zelanda. De plumaje azul y verde brillante y robusto pico rojo, el takahe es un símbolo de la resiliencia de la naturaleza y de los esfuerzos humanos por conservarla. La historia de este animal es un viaje a través del tiempo, marcado por descubrimientos, extinciones aparentes y redescubrimientos milagrosos.

El primer encuentro documentado con el takahe se produjo en 1847, cuando el naturalista neozelandés Walter Mantell desenterró algunos restos óseos del animal en dos localidades de la Isla Norte de Nueva Zelanda. Enseguida se dio cuenta de que estaba ante un ave robusta y no voladora, estrechamente relacionada con los miembros de la familia rallidae, un grupo de aves gruiformes ampliamente extendido por el mundo. A pesar de no estar aún catalogada por la ciencia, la especie era conocida por los maoríes de la Isla Norte, quienes la habían cazado en tiempos anteriores y se referían a ella con el nombre de moho, pero aseguraban no haber visto un ejemplar en mucho tiempo.

Al año siguiente, los huesos fueron utilizados por el paleontólogo Richard Owen para describir una nueva y aparentemente extinta especie a la que en un principio nombró Notornis mantelli, denominación que posteriormente sería sustituida por Porphyrio mantelli. 

En 1849, para sorpresa del mundo científico, un individuo de la especie fue capturado vivo por el perro de un cazador de focas, pero esta vez en uno de los islotes pertenecientes a la Isla Sur. Su piel fue comprada por Mantell y enviada al Museo Británico. Por aquel entonces, trascendió que los maoríes de la Isla Sur conocían al animal con el nombre de takahe. Tan sólo dos años más tarde sería capturado un nuevo ejemplar en la Isla Sur, pero después de esto, tendrían que pasar casi tres décadas hasta el avistamiento en 1879 del siguiente animal.

Sería el zoólogo alemán Adolf B. Meyer, quien, tras comparar especímenes de las dos islas, llegase a la conclusión de que el moho y el takahe eran lo suficientemente distintos como para ser considerados especies separadas. Decidió nombrar a la especie de la Isla Sur como Notornis hochstetteri, en honor al explorador Ferdinand Von Hochstetter, quien se había dedicado sin éxito a su búsqueda durante los 28 años previos sin avistamientos del ave. Sin embargo, estudios posteriores determinaron que los animales de ambas islas pertenecían a la misma especie, degradando al takahe a una mera subespecie (N. mantelli hochstetteri).

Imagen de un calamón takahe tomada en la isla de Maud, una de las muchas pequeñas islas de la parte septentrional de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Autor: Sid Mosdell (fuente).

No se volvería a tener noticia de un nuevo avistamiento hasta 1894, año en que se produjo la primera captura de un ejemplar vivo en la Isla Norte. Era la primera vez que se producía tal evento desde el descubrimiento de sus huesos en 1847. Desde esa captura hasta la actualidad, ningún otro especimen ha sido capturado o siquiera avistado en la Isla Norte, por lo que hoy en día se considera la existencia de una sola especie denominada comúnmente takahe (Porphyrio hochstetteri).

Mientras que en la Isla Norte no se volvieron a tener noticias del animal, un nuevo ejemplar hizo reaparición en la Isla Sur en agosto de 1898, -una vez más capturado por un perro- a orillas del lago Te Anau. Se trató del primer ejemplar completamente preservado y fue depositado en un museo en la ciudad de Dunedin. Repitiéndose el mismo patrón que en ocasiones anteriores, no volverían a tenerse noticias del animal durante mucho tiempo, hasta tal punto, que los expertos llegaron a creer muy seriamente que, esta vez sí, había desaparecido para siempre.

Afortunadamente, no todo el mundo estaba convencido de la extinción del takahe. Una de estas personas era Geoffrey Orbell, un médico neozelandés cuya figura sería clave en la historia del ave neozelandesa. Había recogido gran cantidad de información proveniente de los testimonios de maoríes que habitaban el entorno del lago Te Anau, donde habían sido avistados y capturados algunos ejemplares en el pasado. Se dio cuenta de que en las montañas que surcaban las orillas orientales de este lago, existía otro gran lago aún sin documentar por los occidentales, que además, supuestamente era -según los testimonios- hogar del takahe. De hecho, se creía que era lugar de anidamiento de estas aves. 

Orbell lideró una pequeña expedición al recién descubierto lago en abril de 1948. Aunque encontró algún rastro indicativo de la presencia del animal en la zona, no avistó directamente ningún ejemplar. Siete meses después, volvería a lanzar otra expedición en el mismo lugar, para finalmente, tropezarse con el "extinto" animal el 20 de noviembre de 1948. Mientras Orbell y sus acompañantes caminaban por un valle, un ejemplar de takahe se cruzó en su camino. A finales de aquel mismo año, el equipo de Orbell había logrado capturar vivos a dos individuos a los que examinaron y filmaron meticulosamente antes de volver a soltarlos.

En 1949, Orbell lideró una nueva expedición al valle en que había descubierto la presencia de takahes. Como fruto de las observaciones realizadas, estimó que habría unas 20 parejas reproductoras viviendo en la zona, a las que habría que sumar varias más en otro valle adyacente. La región fue declarada zona protegida inmediatamente, recibiendo el nombre de Takahe Valley y englobando todo el área de distribución de la especie.

Sello postal de Nueva Zelanda dedicado al takahe (fuente).

Los registros subfósiles indican que en el pasado la especie estuvo distribuida por toda la Isla Sur de Nueva Zelanda, pero en el momento de su redescubrimiento en 1948, ya se encontraba confinada en un área de unos 650 kilómetros cuadrados en las montañas Murchison, dentro del Parque Nacional Fiordland, en el suroeste de la Isla Sur. La población total de la especie se estima actualmente en unos 418 individuos, con aproximadamente 130 parejas reproductoras. Si bien históricamente el número de efectivos ha sufrido grandes fluctuaciones, se calcula que la población ha venido creciendo alrededor de un 10% al año desde 2015 gracias a la protección de la que gozan estos animales. Aun así, el ave se encuentra en peligro según el baremo de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). 

Se trata de un ave sin capacidad de volar debido a su elevado peso. Es una especie monógama que se reproduce entre octubre y diciembre construyendo un nido en el suelo en el que la hembra pondrá de uno a tres huevos que eclosionarán al cabo de un mes. Los polluelos -que serán alimentados por ambos progenitores- nacen con el plumaje oscuro, pero poco a poco va tornando en el azulado-verdoso del adulto. El pico también es oscuro al nacer, volviéndose rojizo con el tiempo. Alcanzan la madurez reproductora en su segundo año de vida. Tienen una dieta principalmente herbívora, alimentándose de hojas, semillas, brotes, varios tipos de hierbas e incluso algunos insectos.

Hembra de takahe incubando la puesta en su nido (fuente).

Históricamente, la caza por humanos, la deforestación y la introducción de depredadores como el armiño (Mustela erminea), han contribuido a la desaparición de esta especie de muchas zonas de su rango de distribución. Otras especies introducidas, como es el caso del ciervo rojo (Cervus elaphus) compiten con el takahe por el alimento. La endogamia también parece suponer un problema en las poblaciones pequeñas. 

Desde su redescubrimiento, se han implementado numerosos esfuerzos de conservación para proteger la especie. El Departamento de Conservación de Nueva Zelanda ha establecido programas de cría en cautividad y ha reintroducido takahes en varias islas libres de depredadores. Además, se han llevado a cabo esfuerzos para controlar las poblaciones de estos últimos y el acceso del público a su área de distribución está estrictamente limitada desde hace décadas. Uno de los programas de conservación más exitosos ha sido el de la isla Tiritiri Matangi, donde se ha conseguido establecer una población viable. 

Por último, destacar que el takahe no sólo es importante desde el punto de vista ecológico, sino también cultural. Para los maoríes, es un tesoro que tiene un significado espiritual y cultural profundo. La conservación de esta especie es vista como una responsabilidad compartida entre el gobierno y las comunidades locales, especialmente las compuestas por maoríes. El redescubrimiento del takahe es un recordatorio poderoso de la capacidad de la naturaleza para sorprendernos y de la importancia de la conservación. 


Más información sobre el calamón takahe de Isla Sur:

Vídeo sobre el takahe

Otro vídeo acerca del animal

https://www.iucnredlist.org/species/22692808/170983662#taxonomy

https://es.wikipedia.org/wiki/Porphyrio_hochstetteri

Galería de imágenes del takahe

https://animalia.bio/es/south-island-takahe?letter=t

https://crux.org.nz/crux-news/takahe-breeding-success-5-nests-in-greenstone-valley

https://www.xataka.com/ecologia-y-naturaleza/durante-50-anos-nueva-zelanda-dio-perdido-al-ave-takahe-ahora-ha-regresado-extincion

https://birdsoftheworld.org/bow/species/takahe3/cur/introduction?lang=es

https://www.muyinteresante.com.mx/medio-ambiente/38693.html

https://mundoextinto.com/descubriendo-la-gallina-de-los-takahe-en-nueva-zelanda/


domingo, 28 de julio de 2024

La pantera nebulosa, el depredador de las alturas

 La pantera nebulosa o nublada, pantera del Himalaya o pantera longibanda (Neofelis nebulosa), es un felino asiático que recibe su nombre común de las distintivas "nubes" que adornan su pelaje. 

La especie fue descrita ya en 1821 por el zoólogo Edward Griffith, quien años más tarde sería uno de los miembros fundadores de la Sociedad Zoológica de Londres. Durante mucho tiempo, la pantera nebulosa había sido considerada una única especie: la variedad de Borneo (también encontrada en la vecina isla de Sumatra), era considerada desde su descubrimiento una mera subespecie conocida científicamente como Neofelis nebulosa diardi. Sin embargo, en una fecha tan reciente como 2006, un equipo de investigación estadounidense liderado por el genetista Stephen J. O´Brien, comparó el material genético de esta variedad isleña con el de sus congéneres continentales. Basándose en el análisis de ADN mitocondrial, microsatélites y algunos caracteres morfológicos, los científicos encontraron diferencias genéticas entre los ejemplares isleños y los del continente casi tan numerosas como las que separan a los tigres de los leones. Por esta razón, decidieron elevar N. n. diardi a la categoría de especie, pasando a llamarse Neofelis diardi, conocida coloquialmente como la pantera nebulosa de Borneo o pantera nebulosa de la Sonda (en referencia a las islas homónimas), diferenciándola así de la pantera nebulosa continental. Las diferencias en caracteres morfológicos que los investigadores encontraron, se centraban principalmente en el pelaje de estos animales: los ejemplares de Borneo mostraron marcas más pequeñas y en mayor cantidad que los del continente. Además, los animales de Borneo exhiben una pronunciada doble línea dorsal, mientras que los del continente sólo tienen una línea dorsal parcialmente formada. Adicionalmente, la variedad isleña muestra un pelaje más gris y más oscuro que la variedad continental.

Los análisis moleculares de muestras de pelo, indican que ambas especies hermanas se separaron hace entre 2 y 0.93 millones de años. La pantera nebulosa continental alcanzó las islas de Borneo y Sumatra utilizando un puente de tierra probablemente durante el Pleistoceno. El aumento posterior del nivel del mar provocó la desconexión y la evolución de estos animales en dos especies separadas.

Un ejemplar de pantera nebulosa (fuente).

La división subespecífica de Neofelis nebulosa está aún abierta a debate y necesita análisis más profundos. En la segunda mitad del siglo XIX fueron descritas dos subespecies: una de ellas (N. n. macrosceloides) se extendería por Nepal, noreste de India y Bután. La otra (N. n. brachyura) habría habitado la isla de Formosa. Estudios moleculares y morfológicos mucho más recientes, han determinado que no existen evidencias suficientes que apoyen dicha subdivisión. 
Precisamente, la población endémica taiwanesa es objeto de controversia en los últimos años. El último avistamiento oficial del animal data de agosto de 1983, cuando un joven ejemplar fue encontrado en la región del monte Tawu por personal de la Universidad taiwanesa de Tunghai en una trampa de cazador. El animal fue cedido a los científicos por el propietario de la trampa y posteriormente disecado. A partir de esa fecha, se ha producido algún supuesto hallazgo relacionado con el felino, como la aparición de pieles o huellas, pero sin confirmación oficial.

En septiembre de 1986, el zoólogo Alan Rabinowitz viajó a Taiwán en un intento por conocer si el animal seguía presente en la isla o ya se había extinguido. La forma de vida nocturna y solitaria de este felino, sumado a su gusto por la vida arbórea, lo hace difícil de rastrear, por lo que Rabinowitz optó por realizar una encuesta entrevistándose con cazadores locales, guardas forestales y habitantes de la zona, interesándose tanto por los encuentros con la pantera nebulosa como por el estatus de sus potenciales presas. El científico neoyorquino se entrevistó con 70 personas, quienes le reportaron un total de 33 avistamientos. Los datos recogidos en la encuesta, sugerían la posibilidad de que pequeños grupos del animal siguiesen habitando remotas zonas boscosas de la isla, como el Parque Nacional Yushan y la región del monte Tawu. 

Entre 1997 y 2012, fue llevado a cabo un extenso estudio con cámaras trampa situadas en más de 1.450 puntos de Taiwán potencialmente habitables por la especie, desde el nivel del mar hasta unos 3.800 metros de altitud. A pesar de que numerosas presas habituales de la pantera nebulosa fueron captadas por las cámaras, no se consiguió la imagen de un solo ejemplar del felino. Este hecho llevaría a que en 2013 la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) declarase el animal extinto en la isla de Formosa. 
A pesar de ello y para sorpresa de muchos, a principios de 2019, salió a la luz pública que dos grupos de guardabosques se habían encontrado recientemente con el animal. El primer grupo afirmó haber divisado al felino cazando cabras en un acantilado dentro del condado de Taitung, mientras el segundo grupo relató haber visto a la pantera subiendo a un árbol a la vez que arrancaban sus scooters. El prestigioso ecólogo taiwanés Liu Chiung Hsi (Universidad Nacional de Taitung), ha afirmado que, en su opinión, el animal sigue vivo en la isla. El profesor realizó investigaciones de campo en la zona después de la declaración de la subespecie como extinta. En dichas investigaciones, algunos cazadores le habían confesado la existencia del animal. Los cazadores admitieron haber abatido algún ejemplar, quemando posteriormente sus restos, sabedores de que habían cometido un delito, con el objetivo de ocultar las pruebas.

Pantera nebulosa fotocapturada cerca de la cumbre del monte Saramati (India), a unos 3.700 metros de altitud. Se trata de la imagen del animal a mayor altitud jamás capturada en India (fuente).

El color del pelaje de estos animales engloba básicamente los tonos ocres, desde un amarillo-grisáceo a marrón intenso. Las manchas de color negro y distintas formas destacan visiblemente sobre el fondo. El vientre y la parte interna de las extremidades son de color más claro, mientras que la parte posterior del cuello está marcada con una o dos líneas. En Borneo se han reportado tanto individuos más oscuros como más claros de lo habitual, lo que sugiere la presencia de melanismo y albinismo en la especie.

Una característica llamativa son sus grandes caninos, que son los más largos en proporción al tamaño del cráneo de todos los felinos, midiendo unos cinco centímetros, al igual que los de los tigres, pero siendo el tamaño corporal de estos últimos unas diez veces mayor. Es por ello que a veces se les da el nombre de "los dientes de sable actuales". Son felinos de tamaño mediano, con una longitud entre 60 y 110 cm, unos 25 a 40 cm de altura en la cruz y un peso que oscila entre 11 y 23 kg, siendo un poco mayores los machos. La larga cola puede incluso superar en longitud al cuerpo.

Los felinos en general son buenos trepadores, pero la pantera nebulosa se encuentra entre los mejores. Para ello cuenta con diversas adaptaciones:

- Utiliza su larga cola para mantener el equilibrio.

- Sus patas cortas con grandes y afiladas garras les permiten un buen agarre.

- Los tobillos traseros son giratorios, lo que les permite descender de los árboles con la cabeza por delante, como hacen por ejemplo las ardillas.

- Su vista aguda les ayuda a calcular bien las distancias.

Los análisis tanto del ADN nuclear cono del ADN mitocondrial muestran a la pantera nebulosa próxima genéticamente a los grandes felinos -aunque no se le considera uno de ellos-, por lo que ha sido clasificada dentro de la subfamilia Pantherinae. A menudo es descrita como el puente de unión entre los grandes y los pequeños gatos, miembros estos últimos de la subfamilia Felinae

A pesar de ser un depredador relativamente pequeño, la pantera nebulosa puede cazar presas de tamaño considerable gracias a sus fuertes extremidades, sus largos caninos y su capacidad para abrir la boca con un ángulo de unos 100 grados, más que cualquier otro felino. En el pasado los científicos creían que la mayoría de las presas eran cazadas en o desde los árboles, sin embargo, hoy en día se tiende a pensar que la mayoría de las veces la caza ocurre en el suelo del bosque. Se cree que son animales principalmente nocturnos. Entre sus presas habituales pueden encontrarse gibones, macacos, lorís perezosos, cerdos salvajes, ciervos de pequeño tamaño, pangolines, ardillas, faisanes, puercoespines...en Malasia, un macho ha sido fotografiado llevando en sus mandíbulas un binturong

La expectativa de vida de estos animales en estado salvaje se sitúa entre 12 y 15 años, alcanzando la madurez sexual tanto machos como hembras alrededor de los dos años de edad. La cópula ocurre en cualquier mes, aunque en los individuos que viven en zoos, la mayoría de las veces se da entre diciembre y marzo. La gestación dura de 85 a 93 días, tras la cual la hembra dará a luz una camada de entre uno y cinco cachorros (normalmente dos o tres). Las hembras pueden producir una camada al año.

Sello postal de Malasia dedicado a la pantera nebulosa (fuente).

La pantera nebulosa se distribuye por el sur y sureste asiático: Nepal, Bangladesh, noreste de India y países de Indochina, incluyendo el sur de China, las islas de Borneo y Sumatra y antiguamente Taiwán. Se estima un total de entre 3.700 y 5.600 adultos reproductores en todo su rango geográfico, encontrándose sus poblaciones en declive. El animal se encuentra catalogado como "vulnerable" por la UICN. En los últimos años, se han llevado a cabo varias campañas de detección mediante cámaras trampa, pero el número de fotocapturas en todas las zonas ha sido tan bajo que no permite hacer estimaciones fiables de la densidad poblacional en cada lugar. Como ya se ha apuntado, son animales esquivos, solitarios y de hábitos nocturnos, que además pasan parte de su tiempo en los árboles, características todas ellas que dificultan mucho la realización de un censo poblacional. Adicionalmente, los estudios sugieren que en las zonas con menos densidad de tigres y leopardos hay mayor densidad de panteras nebulosas.

Son animales fuertemente asociados con el hábitat forestal, particularmente con el bosque tropical primario perenne, pero también hay registros en bosques secos y caducifolios, así como en bosques secundarios y talados, pastizales y matorrales o incluso en manglares en el caso de Borneo. Muestran preferencia por los bosques en lugar de hábitats abiertos. Pueden vivir en altitudes variadas, desde zonas bajas hasta más de 3.500 metros en el Himalaya. Tanto machos como hembras adultos cazan en territorios de unos 30-40 kilómetros cuadrados, con un área central mucho más pequeña de uso intensivo. 

El sudeste asiático está sufriendo una de las tasas de deforestación más rápidas del mundo, en muchos casos para usos agrícolas, como la producción de aceite de palma. Además de la pérdida directa, la degradación del hábitat y la pérdida de conectividad funcional probablemente estén afectando a muchas poblaciones de panteras nebulosas continentales. El desarrollo de infraestructuras es otro grave problema para estos animales, concretamente el auge de proyectos hidroeléctricos y de carreteras rurales en su hábitat. Sin embargo, la mayor amenaza que se cierne sobre las poblaciones de pantera nebulosa es la caza ilegal, tanto la dirigida al comercio como la captura incidental en trampas de cazadores. Se comercia ilegalmente con sus pieles, sus huesos para la medicina tradicional china, su carne para platos exóticos (restaurantes de Tailandia y China) o animales vivos como mascotas. En algunas zonas de su área de distribución (especialmente China e Indochina), el agotamiento de sus presas también parece ser una amenaza para su supervivencia. El cambio climático puede estar afectando a las poblaciones que viven a mayor altitud (Himalaya). 

La especie se encuentra incluida en el Apéndice I de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) y protegida por la legislación nacional en la mayor parte de su área de distribución. Sin embargo, en la mayoría de países la interpretación de la ley es imperfecta y puede verse socavada por la corrupción, por lo que es urgente tomar medidas como el incremento de las multas y las acciones punitivas contra los infractores.


Más información sobre la pantera nebulosa:

Vídeo acerca de las características de la pantera nebulosa

https://www.iucnredlist.org/species/14519/198843258#taxonomy

https://repository.si.edu/bitstream/handle/10088/32616/A_revised_Felidae_Taxonomy_CatNews.pdf?sequence=1&isAllowed=y#page=67

https://nationalzoo.si.edu/animals/clouded-leopard

https://www.nationalgeographic.com/animals/mammals/facts/clouded-leopard

https://www.britannica.com/animal/clouded-leopard

https://www.pbs.org/wnet/nature/blog/clouded-leopard-fact-sheet/

https://wwf.panda.org/discover/knowledge_hub/endangered_species/clouded_leopard/

https://globalconservation.org/endangered-species/clouded-leopard

https://www.oneearth.org/species-of-the-week-formosan-clouded-leopard/

https://www.cambridge.org/core/services/aop-cambridge-core/content/view/31AF8260540AC1BF13F356393870E1D0/S003060530002740Xa.pdf/the-clouded-leopard-in-taiwan.pdf

https://en.wikipedia.org/wiki/Clouded_leopard

https://en.wikipedia.org/wiki/Formosan_clouded_leopard


martes, 26 de marzo de 2024

El león del Cabo: crónica de un exterminio anunciado

 La taxonomía del león (Panthera leo) sigue hoy en día abierta a debate. Tradicionalmente se clasificaba al león asiático en una subespecie distinta de los leones africanos. A su vez, estos últimos eran separados en un puñado de variedades geográficas que ocupaban diferentes áreas del continente, a cada una de las cuales se le otorgó la categoría de subespecie. Con el paso de los años, comenzaron a surgir discrepancias entre los científicos, ya que esta clasificación no estaba basada en datos genéticos, sino en el estudio morfológico y anatómico de materiales cuya procedencia en algunos casos no había sido convenientemente acreditada. De esta manera, tras considerar que las diferencias observadas eran básicamente fruto de variaciones individuales y en todo caso, no eran achacables a importantes divergencias evolutivas, surgieron autores que creyeron más acertado agrupar a todas las variedades africanas en una misma subespecie, diferenciándolas de los leones asiáticos. Más recientemente, se han llevado a cabo estudios a nivel molecular que confirman una clara divergencia entre los leones del este y sur de África y las demás variedades geográficas. Los resultados están respaldados por varios grupos de investigación independientes, que han llegado a la conclusión, tras análisis craniométricos y genéticos, de que lo más razonable es distinguir dos subespecies:

1) Panthera leo leo. Se distribuye actualmente por África central y occidental e India. En el pasado también estuvo presente en el norte de África, sureste de Europa, oriente medio, la península de Arabia y el suroeste de Asia.

2) Panthera leo melanochaita. Poblaciones que se asientan actualmente en el sur y este de África.

El león del Cabo fue una población de leones que habitó las provincias sudafricanas de Natal y El Cabo, principalmente al sur del río Orange, pudiendo haber ocupado también algunas partes de Namibia. A pesar de conocerse desde mucho antes, el animal fue descrito en 1842 por H. Smith a partir de un ejemplar capturado en el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica). En un principio fue considerado por los zoólogos de la época como una subespecie única basándose en ciertas características físicas distintivas. Sin embargo, hoy en día se sabe que esta población de felinos estaba conectada y en intercambio genético frecuente con las demás poblaciones de leones del sur y este del continente. 

Los leones del Cabo habitaron diferentes biomas y zonas climáticas en su área de distribución, incluyendo la sabana, grandes praderas, zonas de matorrales, franjas boscosas e incluso semidesiertos, lugares en los que estos animales eran capaces de abastecerse de grandes presas. El espacio geográfico que ocuparon estos leones era básicamente la meseta interior de Sudáfrica, limitada por la Gran Escarpa, una serie de elevaciones de pendientes pronunciadas que forman el borde de separación entre las tierras altas y la zona costera.

El león del Cabo en un grabado de 1883 (fuente).

La población de leones del Cabo se vio severamente afectada por la llegada de colonos europeos y sus prácticas agrícolas desde mediados del siglo XVII. Los registros muestran que la presencia de estos animales era bastante común en las proximidades de Ciudad del Cabo por aquel entonces. Los boers o afrikaners, de origen neerlandés, fueron los primeros pobladores europeos que se establecieron en la zona. Con su llegada a las provincias de El Cabo en 1652, comenzaron a construir granjas para la cría de ganado. Su presencia condujo a una reducción significativa de las presas naturales de los leones, lo que los obligó a depredar sobre el ganado doméstico, como vacas y ovejas. Al perder su ganado en ataques de los leones, los colonos y tribus locales comenzaron a eliminar a los felinos. Durante el siglo XVIII su presencia aún era bastante común en las proximidades de Ciudad del Cabo, aunque sus números habían comenzado a declinar. 
La situación empeoraría aún más para estos felinos a partir de 1795, fecha en que llegaron a El Cabo los primeros británicos. Se estima que con la llegada de estos últimos, la cifra de leones del Cabo disminuyó desde 10 mil a aproximadamente 100 ejemplares en unas pocas décadas.
A medida que los asentamientos de los europeos iban creciendo, el hábitat natural del león del Cabo menguaba, forzando así a estos animales a buscar presas entre el ganado doméstico.
La caza tuvo un gran impacto sobre la población de los leones. Durante el siglo XIX, la caza mayor era un deporte muy popular entre los colonos. Los europeos diezmaron las poblaciones de presas de estos grandes felinos: antílopes, cebras, jirafas, búfalos... Y por supuesto los propios leones se encontraban entre los trofeos de mayor prestigio para los cazadores.
En conjunto, todos estos factores llevaron a la población de leones del Cabo a un declive del que ya no fue capaz de recuperarse. Aunque no se sabe con total precisión, se piensa que el último león de la provincia de El Cabo fue abatido en 1858. El último ejemplar del que se tiene registro, fue abatido en la provincia de Natal por el general del ejército británico John Jarvis Bisset en 1865. 

Esta es la única imagen que se conserva de un león del Cabo aún en vida. Fue tomada hacia 1860 en el Jardin des plantes de París (fuente).

El león del Cabo era el más grande y pesado de los leones subsaharianos. Un macho adulto podía llegar a pesar alrededor de 230 kg. La longitud desde la cabeza al extremo de la cola alcanzaba casi tres metros y la altura en la cruz podía sobrepasar el metro. Una de sus características más distintivas era su melena: larga, abundante y casi enteramente negra, excepto por un anillo de color pardo alrededor de la cara. El extremo de las orejas era igualmente más oscuro. Debido a este color, también eran conocidos como leones de melena negra. Al igual que en el león del Atlas, su melena se extendía por el abdomen.  
La distintiva coloración de su melena y su mayor tamaño fueron dos de las características apreciables a simple vista por las que en un principio se separó a estos leones en una subespecie propia. Si bien muchos ejemplares parece que tenían melena de color negro, se han conservado registros de leones del Cabo con un color de la melena pardo, más parecido al de la mayoría de leones de otros lugares. De igual modo, existen leones actuales pertenecientes a diferentes grupos geográficos con melena negra. Aunque se trataba de un rasgo más común entre los leones del Cabo, no era exclusivo de ellos.
La melena oscura parece haber estado relacionada con una mejor adaptación de estos leones a las condiciones ecológicas específicas de la región del Cabo. Podía servir por ejemplo para un mejor camuflaje con el entorno. Se piensa que también tenía un papel en la comunicación con sus congéneres. Incluso podría haber tenido importancia en la termorregulación de estos animales. 

Este es el aspecto que mostraría un león del Cabo tipo, según la descripción de 1842 (fuente).

Un estudio reciente (marzo de 2024), parece contradecir algunas de las creencias que se tenían acerca del aspecto físico de estos leones. Dicho estudio, publicado en la revista científica Journal of Heredity y liderado por investigadores de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, ha comparado la diversidad genética del león del Cabo con la de leones modernos distribuidos por 13 países africanos diferentes. Un hecho importante, es que esta investigación representa la primera comparación exhaustiva del genoma completo del león del Cabo con el de varias poblaciones de leones actuales. Estudios previos en este sentido, se habían limitado al análisis de segmentos concretos del ADN de los felinos extintos. Aún así, consiguieron arrojar las primeras pistas de que estos leones no eran tan distintos del resto como inicialmente se pensó.
El equipo de investigación extrajo muestras de los cráneos de dos especímenes de león del Cabo albergados en el Field Museum de Chicago (Illinois). Dichos cráneos habían formado parte entre 1828 y 1838 de dos ejemplares completos expuestos en la Universidad de El Cabo. El hecho de poder trazar su procedencia supuso una ventaja para los investigadores, ya que, como ellos mismos admitieron, al saberse con exactitud su origen (al contrario que el de otras muchas muestras alrededor del mundo), se trataba de leones con pedigree a los que poder aplicar las técnicas más recientes de análisis genómico.
Las muestras extraídas de los dos cráneos fueron comparadas con los genomas mitocondrial y nuclear de otros 53 leones africanos. El estudio encontró que el genoma de los leones del Cabo era más diverso de lo esperable y se identificaron semejanzas con otros leones tanto de la zona sur como del este de África. Se sabe de esta manera que muchas de las características que poseían los leones del Cabo, están hoy en día presentes en las poblaciones de leones contemporáneos de estos lugares del continente. 
Una de las cosas que más sorprendió a los investigadores fue que, a pesar de proceder ambos cráneos de leones que habitaron áreas bastante cercanas, mostraban unos linajes tanto mitocondrial como nuclear bastante diferentes, lo que demostraba que los leones del Cabo eran genéticamente diversos.
Otro descubrimiento importante de la investigación fue que estos leones mostraban una alta heterocigosidad y no mostraban señales de endogamia. Según los autores, esto es debido a que estos felinos fueron cazados y exterminados en un periodo tan corto que no tuvieron tiempo suficiente para acumular en sus genomas signos típicos de un tamaño efectivo poblacional demasiado pequeño (lo cual sucede comúnmente en poblaciones en declive).
La variabilidad genotípica observada en el león del Cabo llevaría aparejada una variabilidad fenotípica, es decir, no todos los animales tenían el mismo aspecto físico. Esto incluye como es lógico el color de la melena. No todos tenían necesariamente una melena tan oscura. Esto último encajaría con descripciones alternativas de estos felinos, como por ejemplo las proporcionadas por los pueblos nativos de su área de distribución y mostraría discrepancias con la imagen que se tenía de ellos basada en la descripción del animal a partir de un único ejemplar.

 León del Cabo obra del artista neerlandés Rembrandt alrededor del año 1650. Museo de Louvre, París. (fuente).

El descubrimiento de las comentadas semejanzas genéticas entre los leones del Cabo y otras poblaciones de leones del sur y este de África, abre la puerta a posibles intentos de "resurrección" de estos felinos. La preservación y potenciación de caracteres distintivos mediante programas de cría en cautividad, asoma en el horizonte como una opción bastante plausible (al igual que se está haciendo con otras especies). Desde hace años se están llevando a cabo algunos intentos en este sentido. Por ejemplo, el protagonizado por el sudafricano John Spence, a quien su búsqueda de posibles descendientes de leones del Cabo trasladados a zoos europeos le llevó en 2001 hasta Novosibirsk (Siberia). Allí se hizo con varios cachorros que envió al zoológico de Ciudad del Cabo para su análisis genético, sin haber arrojado resultados concluyentes. Otro ejemplo es la búsqueda de descendientes de estos leones por parte del aventurero Forrest Galante en el sur de Zimbabue. 

Por otra parte, unos cuantos museos alrededor del mundo, conservan aún especímenes de estos leones, en algunos casos el animal completo disecado y en otros casos partes del animal, como su cráneo. Pueden citarse como ejemplos los Museos de Historia Natural de París y Londres, el Museo Transvaal de Sudáfrica y otros museos similares en Países Bajos, Suecia o la República Checa. Los ejemplares depositados en ellos son de gran utilidad como proveedores de muestras para estudios basados en análisis genéticos.

A pesar de su aparente extinción, el león del Cabo sigue muy presente en la memoria colectiva y en la cultura popular de distintos pueblos. Su reputación de animal mítico y majestuoso, asegura que su legado pase de generación en generación y no caiga en el olvido.

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