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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que contar y contarlo" (Oscar Wilde). "Me he dedicado a investigar la vida y no sé por qué ni para qué existe" (Severo Ochoa).

domingo, 23 de junio de 2019

La ballena de Groenlandia, dos siglos surcando los mares

La ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus), también llamada ballena franca de Groenlandia o ballena ártica, fue descrita por primera vez por Carlos Linneo en la décima edición de su obra "Systema naturae" (1758). La taxonomía de la familia Balaenidae siempre ha sido controvertida, cambiando a lo largo del tiempo. En un principio, la ballena de Groenlandia fue clasificada junto con las ballenas francas como una sola especie bajo el nombre Balaena mysticetus. Sin embargo, a partir del trabajo de John Edward Gray en 1821, comenzó a considerarse a la ballena de Groenlandia una especie distinta de las ballenas francas. El estatus taxonómico de estas últimas aún se discute hoy en día, aunque organismos como la IWC (International Whaling Commission) reconocen tres especies distintas: la ballena franca del Atlántico norte, la ballena franca del Atlántico sur y la ballena franca del Pacífico norte. En todo caso, los estudios genéticos de los últimos años han confirmado la separación de las ballenas francas y la ballena de Groenlandia en dos géneros distintos (Eubalaena y Balaena respectivamente). 

Ilustración de una ballena de Groenlandia (fuente).

Esta especie es considerada la segunda ballena de mayor tamaño, solamente superada por el rorcual azul. Los machos miden aproximadamente entre 14 y 17 metros de longitud, mientras que las hembras son algo mayores, midiendo de media entre 16 y 18 metros. El peso de estos animales oscila entre 75 y 100 toneladas. Su nombre vulgar en inglés (bowhead whale) proviene de su boca en forma de arco, ya que la mandíbula inferior forma una especie de U alrededor de la mandíbula superior. Las barbas de este animal son las más grandes de todas las ballenas, llegando a medir cuatro metros y medio de longitud vertical. Su cráneo representa al menos un tercio de su longitud total y en la mandíbula inferior suelen tener una mancha blanca que contrasta con la coloración negra del resto del cuerpo. Poseen una capa aislante de grasa de más de medio metro de espesor que las protege de las gélidas temperaturas árticas. Las aletas pectorales de estas ballenas son relativamente pequeñas en relación a su tamaño corporal, no alcanzando los dos metros. Al igual que las ballenas francas, no posee aleta dorsal.

La ballena de Groenlandia es la única especie de las grandes ballenas que pasa toda su vida en las aguas del océano Ártico y sus mares adyacentes. Contrariamente a otras especies, no migra a lugares lejanos para alimentarse o reproducirse y es muy extraño encontrarla por debajo de 45 grados de latitud norte.


Actualmente las ballenas de Groenlandia se encuentran separadas en cinco subpoblaciones diferentes: 
1) La subpoblación del Ártico occidental, en los mares de Bering, Chukchi y Beaufort; 2) La subpoblación de la bahía de Hudson; 3) La subpoblación de la bahía de Baffin y el estrecho de Davis; 4) La subpoblación del mar de Ojotsk; 5) La subpoblación de Svalbard y el mar de Barents.
De las cinco subpoblaciones la más numerosa es la primera, con una estimación de cerca de 20.000 individuos, mientras que las más pequeñas son la del mar de Ojotsk y la de Svalbard / mar de Barents, con unos pocos cientos de ejemplares. En total, se estima que hoy en día sobreviven más de 25.000 efectivos de la especie.

La caza comercial de estas ballenas ha supuesto una importante reducción de su población. Han sido perseguidas en busca de sus barbas, utilizadas para fabricar objetos, su grasa, usada como combustible y su preciada carne para el consumo humano. Dicha caza empezó en el siglo XVI, cuando los balleneros vascos comenzaron a capturar estas ballenas en el Atlántico noroeste. Se calcula que entre 25.000 y 40.000 ejemplares fueron cazados por los vascos de 1530 a 1610, seguido de unos 28.000 animales más capturados de 1719 a 1915, según los datos que se tienen de los estudios llevados a cabo. Finalmente, su caza fue prohibida por leyes internacionales a partir de los años 30 del siglo XX. Actualmente solo se permite un pequeño cupo de captura anual a algunos pueblos indígenas de la zona. 

Ballena ártica con su cría (C) NOAA (fuente).

Cada una de las cinco subpoblaciones muestra patrones de migración diferentes, que dependen de la disponibilidad de nutrientes y de la cantidad de hielo presente. Durante los meses de verano pueden ser vistas en bahías, estrechos y estuarios. Son animales solitarios o que viven en grupos de dos o tres individuos, aunque se reúnen en grupos mayores para alimentarse y para migrar. A su vez, estos grupos migratorios se subdividen en grupos de edad, migrando juntos los individuos subadultos por un lado y los machos y hembras adultos con crías en un subgrupo diferente. El apareamiento suele tener lugar al final del invierno, inmediatamente después de lo cual tendrá lugar la migración de primavera. La gestación durará 13 meses, teniendo lugar la mayor parte de los nacimientos en el mes de mayo. La hembra dará a luz un ballenato que medirá al nacer entre cuatro y cinco metros y que posteriormente se independizará cuando hayan transcurrido entre nueve y quince meses. Estas ballenas alcanzan la madurez sexual cuando tienen alrededor de 20 años, edad a la que han alcanzado entre 12 y 14 metros de longitud. Las hembras maduran sexualmente algo antes que los machos. 

Son filtradores, se alimentan de animales minúsculos que quedan retenidos en sus barbas. A veces pueden alimentarse de manera oportunista durante la migración de primavera, pero mayormente lo hacen durante el invierno en sus zonas de alimentación. Ingieren principalmente pequeños crustáceos que forman parte del zooplancton, como copépodos, eufausiáceos, anfípodos...Pueden unirse en grupos de hasta 14 individuos organizando una formación en V para ello. Se sabe que son capaces de filtrar hasta 50.000 de estos pequeños animales por minuto.

La ballena ártica en un sello postal de Canadá (fuente).

Una de las características más sorprendentes de la ballena de Groenlandia es su elevada longevidad. En un estudio de 1999 publicado en la revista Canadian Journal of Zoology, varios investigadores de distintas universidades estadounidenses analizaron un total de 48 globos oculares de estas ballenas para determinar su edad. Utilizaron el método de racemización del ácido aspártico. El ácido aspártico es uno de los aminoácidos que componen las proteínas de los seres vivos. Los aminoácidos pueden presentarse en dos tipos de conformación (D y L) según desvíen el plano de la luz polarizada hacia la derecha o hacia la izquierda, respectivamente. Las formas D y L reciben el nombre de enantiómeros, siendo una pareja de compuestos en la que una forma es la imagen especular de la otra. La mayor parte de los aminoácidos presentes en las proteínas de los seres vivos tienen conformación L, pero con el envejecimiento del organismo la ratio entre aminoácidos D y L va cambiando, lo cual es especialmente apreciable en tejidos metabólicamente inactivos como el cristalino o el esmalte dental. Los aminoácidos de conformación inicial L se van transformando en aminoácidos de conformación D, de tal manera que midiendo la proporción entre aminoácidos D y L se puede hacer una estimación de la edad del organismo.
Los ojos fueron recogidos de las ballenas capturadas entre 1978 y 1981 y entre 1993 y 1997 por los pueblos esquimales de Alaska. Los ojos eran inmediatamente congelados, llevados al laboratorio y diseccionados con el fin de recuperar el cristalino (lente intraocular). El cristalino fue introducido varias horas en una disolución de ácido clorhídrico con el fin de romper las proteínas presentes en su núcleo y así liberar los aminoácidos que las componen. El grado de racemización del ácido aspártico, es decir, la proporción entre formas D y L de este aminoácido se determinó mediante dos técnicas químicas de cromatografía
En cuatro de los individuos objeto de estudio se determinaron edades de 135, 159, 172 y 211 años respectivamente. Esto sitúa a la ballena de Groenlandia como el mamífero más longevo de los existentes actualmente, superando algunos ejemplares los dos siglos de edad.



En el mismo estudio, fueron recuperadas seis herramientas tradicionales para la caza de ballenas de los cuerpos de algunos ejemplares. Comparándolas con las colecciones del Instituto Smithsonian, los científicos llegaron a la conclusión de que dichas herramientas debieron ser utilizadas por cazadores esquimales entre 100 y 130 años atrás.

Los investigadores han identificado dos factores ambientales que pueden haber conducido evolutivamente a la gran longevidad que exhiben estas ballenas: el entorno marino sumamente frío en el que viven y la relativamente escasa, irregular y estacional disponibilidad de alimento. Adaptaciones como la gruesa capa de grasa o la elevada masa corporal son respuestas al estrés térmico que suponen las aguas tan frías en las que viven. Como la densidad de presas es relativamente baja, estas ballenas tienen bajas tasas de crecimiento y requieren muchos años para alcanzar un desarrollo óseo y una acumulación de grasa suficientes, además de necesitar mucho tiempo para alcanzar una masa que les haga posible la reproducción y la lactancia. Por tanto, las ballenas de Groenlandia pueden haberse visto forzadas a adaptar evolutivamente su longevidad en respuesta a los retos físicos, anatómicos y reproductivos a los que se enfrentan.
Además, el gran tamaño corporal podría suponer una ventaja a la hora de romper el hielo para respirar en superficie y a la hora de dar a luz ballenatos grandes más capaces de sobrevivir en las frías aguas.

La población global de estas ballenas se encuentra actualmente en aumento gracias a las leyes de protección tanto internacionales como las propias de algunos países de su rango de distribución. La especie se encuentra dentro de la categoría "preocupación menor" en la categorización de los niveles de peligro de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).


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